lunes, 15 de julio de 1991

Preocupaciones de un vil sacerdote.

Autor/a: Dirty Harry






Suena un río, 
hace veinte minutos estaba en mi capilla
envuelta en llamas.
Frente a mí una figura oscura,
con un olor a morgue
que el mismo diablo rehuye.
Un silencio sepulcral domina la situación.
Me levanto y tiento al voraz remero
a hablar, 
más no logro arrebatarle una palabra
y llegamos a la estación.
Parece ser que me aguarda esperar en el purgatorio,
a que juzguen mi alma,
que a pesar de la devoción al omnipotente,
encierra graves pecados que deben ser castigados.
En mi cabeza sigo oyendo sin pausa
los gritos de aquellos chiquillos
que solían estar bajo mi sotana.
Solo Dios sabe que lo hice por purificarlos,
para que no cayeran en los pecados del mundo terrenal.
Solo Dios debe decidir si mis servicios pesan o no
más que mis honestos actos.