miércoles, 9 de marzo de 2005

Inside You the World is Ending.


6.






Dijese que sí o dijese que no, Matt sabía que tendría un acceso de nervios, su lengua se trabaría y tartamudearía irremediablemente. Su cerebro le gritaba que sí, pero su subconsciente, que al fin y al cabo era el que siempre llevaba la razón, le decía que, por muchas ganas que tuviese, jamás podría hacerlo bien. Y es que esa era la mente autodestructiva de Matt.

- ¿Por qué?
- ¿Por qué, qué?
- Seguro que ahí fuera hay un millón de tíos que lo harían mucho mejor que yo.
- Lo siento, pero, después de todo lo que he oído, francamente, lo dudo. Es que, joder, ¿qué puta manía es esa de menospreciarse? En serio, a veces te pegaría un puñetazo en plena cara, y con razón.
- Dom...no sé, simplemente yo no estoy hecho de esa pasta. Yo no...
- Déjalo ya, en serio. Yo confío en tí.

La franqueza en sus ojos, y la infinita tristeza que estos reflejaban dejaron hipnotizado a Matt. Se limitó a susurrar un quedo “sí” y a levantarse, dejando a Dom solo, perdido en el medio de ninguna parte, allí donde acababa la realidad y comenzaban sus pensamientos.

**

- Venga, date prisa.

Matt había acabado de guardar sus cosas en la pequeña mochila que había llevado para pasar el fin de semana. Él y Chris estaban esperando a Dom, quien había llevado innumerables maletas repletas de todo tipo de cosas innecesarias. Todo el mundo se había ido ya, quedando solo los tres chicos.
Dom apareció sonriente, cargado a más no poder.

- Al fin. - Chris miró hacia el cielo como lanzando una plegaria imaginaria. Dom le tiró un par de maletas, a lo que Chris contestó con un gruñido.
- ¿No os da pena marcharos ya?
- No – contestaron Matt y Chris al unísono.
- Venga ya, no podéis ser tan amargados.
- Cualquier cosa antes que tener que aguantarte un solo segundo más.
- Pues vas a tener mala suerte, Chris. Matt ha dicho que sí.

El rostro de Chris se iluminó como si acabase de descubrir la cura para el cáncer. Matt se le quedó mirando ligeramente perplejo.

- Osea, ¿que él ya sabía que me lo pedirías?
- Claro, Matt. De hecho, la idea fue suya.
- Vaya...
- Ya te dije que tenías mucho talento, y que deberías compartirlo con el mundo, o al menos hacer algo útil como él. - Chris se encogió de hombros como si acabase de decir una obviedad que todo el mundo conocía.
- Y es que nadie se resiste a mi poder de convicción. - Dom sonrió enfático, como si él también estuviese diciendo algo de conocimiento popular. Matt no pudo evitar reírse. - ¿Y tú de qué te ríes?
- De ti, de qué va a ser.

Dom soltó las maletas y se tiró sobre Matt. Los dos acabaron en el suelo entre carcajadas. Chris solo podía preguntarse cuando madurarían y dejarían de hacer eso.



El Sol, para variar, había comenzado a calentar en el cielo. El viento había amainado y el tiempo no parecía propio de la Inglaterra que todos ellos conocían. Matt, Chris y Dom habían acabado de meter todas las cosas en la desvencijada camioneta de Chris, y estaban sentados en el césped, disfrutando del inusual tiempo bebiendo unas cervezas templadas, ya que no tenían una nevera a su disposición.



- ¿Ves? ¿Quién necesita el Caribe para estar bien? - Dom parecía satisfecho, contento consigo mismo y con todo lo que le rodeaba; si generalmente siempre tenía una sonrisa en la cara, ese día estaba resplandeciente, aún a pesar de la resaca que tenía.



Chris lo miró, pues no sabía a qué se refería con eso. Lo cierto es que Matt y Dom siempre hablaban de un ciento de cosas que él no comprendía, pero especialmente ese día, notaba algo raro entre ellos dos, algo que no sabía explicar pero que, sin duda, antes no estaba ahí. Ni siquiera podía asegurar que aquellos dos idiotas tuvieran el conocimiento de esa sensación, pero ahí estaba. Simple y absurdamente.



- Pues lo cierto es que yo sigo con la idea de irme al Caribe. O a Miami, o a un sitio en el que haga calor y haga Sol a menudo, no como aquí, que tenemos que llevar abrigo en verano y los días que hace Sol se cuentan con los dedos de una mano.
- Pues igual es el tiempo que te amarga, Mattie. - Dom le echó la lengua, a la vez que dejaba escapar una carcajada. Matt le echó una mirada de reojo, pero no añadió nada más al respecto. Chris, mientras tanto, se había puesto de pie.
- Lo cierto es que aquí se está muy bien, pero creo ya va siendo hora de irnos, chicos. El deber me llama y hay varias cosas que debo hacer.



Matt ya se había puesto de pie antes de que Chris acabase de hablar, y ya se estaba metiendo en la camioneta. Dom se encogió de hombros como si Chris le acabase de pedir una explicación al comportamiento de Matt y se dispuso a levantarse también, no sin echar unos minutos desperezándose. Chris lo miró, pensando si merecía la pena sacar el tema a coacción, pero como Matt no los escuchaba y probablemente no volvería a tener esa oportunidad hasta dentro de mucho tiempo, se decidió a hablar.



- Dom.
- Dime.
- ¿Ha pasado algo ente Matt y tú ayer?

En ese momento, la expresión somnolienta pero complacida de Dom se borró de su cara como si nunca hubiera estado allí. Lo atravesó con la mirada y se puso rígido, y entonces Chris sí que ya tuvo claro que algo había ocurrido. Y no podía ser cualquier cosa.

De eso estaba seguro.