miércoles, 9 de marzo de 2005

Inside You the World is Ending.


6.






Dijese que sí o dijese que no, Matt sabía que tendría un acceso de nervios, su lengua se trabaría y tartamudearía irremediablemente. Su cerebro le gritaba que sí, pero su subconsciente, que al fin y al cabo era el que siempre llevaba la razón, le decía que, por muchas ganas que tuviese, jamás podría hacerlo bien. Y es que esa era la mente autodestructiva de Matt.

- ¿Por qué?
- ¿Por qué, qué?
- Seguro que ahí fuera hay un millón de tíos que lo harían mucho mejor que yo.
- Lo siento, pero, después de todo lo que he oído, francamente, lo dudo. Es que, joder, ¿qué puta manía es esa de menospreciarse? En serio, a veces te pegaría un puñetazo en plena cara, y con razón.
- Dom...no sé, simplemente yo no estoy hecho de esa pasta. Yo no...
- Déjalo ya, en serio. Yo confío en tí.

La franqueza en sus ojos, y la infinita tristeza que estos reflejaban dejaron hipnotizado a Matt. Se limitó a susurrar un quedo “sí” y a levantarse, dejando a Dom solo, perdido en el medio de ninguna parte, allí donde acababa la realidad y comenzaban sus pensamientos.

**

- Venga, date prisa.

Matt había acabado de guardar sus cosas en la pequeña mochila que había llevado para pasar el fin de semana. Él y Chris estaban esperando a Dom, quien había llevado innumerables maletas repletas de todo tipo de cosas innecesarias. Todo el mundo se había ido ya, quedando solo los tres chicos.
Dom apareció sonriente, cargado a más no poder.

- Al fin. - Chris miró hacia el cielo como lanzando una plegaria imaginaria. Dom le tiró un par de maletas, a lo que Chris contestó con un gruñido.
- ¿No os da pena marcharos ya?
- No – contestaron Matt y Chris al unísono.
- Venga ya, no podéis ser tan amargados.
- Cualquier cosa antes que tener que aguantarte un solo segundo más.
- Pues vas a tener mala suerte, Chris. Matt ha dicho que sí.

El rostro de Chris se iluminó como si acabase de descubrir la cura para el cáncer. Matt se le quedó mirando ligeramente perplejo.

- Osea, ¿que él ya sabía que me lo pedirías?
- Claro, Matt. De hecho, la idea fue suya.
- Vaya...
- Ya te dije que tenías mucho talento, y que deberías compartirlo con el mundo, o al menos hacer algo útil como él. - Chris se encogió de hombros como si acabase de decir una obviedad que todo el mundo conocía.
- Y es que nadie se resiste a mi poder de convicción. - Dom sonrió enfático, como si él también estuviese diciendo algo de conocimiento popular. Matt no pudo evitar reírse. - ¿Y tú de qué te ríes?
- De ti, de qué va a ser.

Dom soltó las maletas y se tiró sobre Matt. Los dos acabaron en el suelo entre carcajadas. Chris solo podía preguntarse cuando madurarían y dejarían de hacer eso.



El Sol, para variar, había comenzado a calentar en el cielo. El viento había amainado y el tiempo no parecía propio de la Inglaterra que todos ellos conocían. Matt, Chris y Dom habían acabado de meter todas las cosas en la desvencijada camioneta de Chris, y estaban sentados en el césped, disfrutando del inusual tiempo bebiendo unas cervezas templadas, ya que no tenían una nevera a su disposición.



- ¿Ves? ¿Quién necesita el Caribe para estar bien? - Dom parecía satisfecho, contento consigo mismo y con todo lo que le rodeaba; si generalmente siempre tenía una sonrisa en la cara, ese día estaba resplandeciente, aún a pesar de la resaca que tenía.



Chris lo miró, pues no sabía a qué se refería con eso. Lo cierto es que Matt y Dom siempre hablaban de un ciento de cosas que él no comprendía, pero especialmente ese día, notaba algo raro entre ellos dos, algo que no sabía explicar pero que, sin duda, antes no estaba ahí. Ni siquiera podía asegurar que aquellos dos idiotas tuvieran el conocimiento de esa sensación, pero ahí estaba. Simple y absurdamente.



- Pues lo cierto es que yo sigo con la idea de irme al Caribe. O a Miami, o a un sitio en el que haga calor y haga Sol a menudo, no como aquí, que tenemos que llevar abrigo en verano y los días que hace Sol se cuentan con los dedos de una mano.
- Pues igual es el tiempo que te amarga, Mattie. - Dom le echó la lengua, a la vez que dejaba escapar una carcajada. Matt le echó una mirada de reojo, pero no añadió nada más al respecto. Chris, mientras tanto, se había puesto de pie.
- Lo cierto es que aquí se está muy bien, pero creo ya va siendo hora de irnos, chicos. El deber me llama y hay varias cosas que debo hacer.



Matt ya se había puesto de pie antes de que Chris acabase de hablar, y ya se estaba metiendo en la camioneta. Dom se encogió de hombros como si Chris le acabase de pedir una explicación al comportamiento de Matt y se dispuso a levantarse también, no sin echar unos minutos desperezándose. Chris lo miró, pensando si merecía la pena sacar el tema a coacción, pero como Matt no los escuchaba y probablemente no volvería a tener esa oportunidad hasta dentro de mucho tiempo, se decidió a hablar.



- Dom.
- Dime.
- ¿Ha pasado algo ente Matt y tú ayer?

En ese momento, la expresión somnolienta pero complacida de Dom se borró de su cara como si nunca hubiera estado allí. Lo atravesó con la mirada y se puso rígido, y entonces Chris sí que ya tuvo claro que algo había ocurrido. Y no podía ser cualquier cosa.

De eso estaba seguro.




miércoles, 12 de enero de 2005

Inside You the World is Ending.


7.






- ¿A qué viene esa pregunta? - Dom intentó sonreír como si no hubiera ocurrido nada, pero Chris jamás había visto una sonrisa tan fingida como la de su rubio amigo en esos momentos.
- Noto como si algo raro hubiera pasado entre vosotros dos.
- Si estamos como siempre...
- Lo sé, pero es como si algo entre vosotros hubiese cambiado, son esas cosas que no es posible explicar, no sé...
- Oye, de todo lo que ha pasado ayer, no recuerdo ni diez minutos. Así que si algo ha cambiado, no sé lo que es, porque no me acuerdo.
- Entonces...¿por qué te has puesto tan tenso cuando te lo he preguntado?
- No sé...hoy Matt me ha preguntado si recordaba algo de lo que pasó ayer, y me lo preguntó como si hubiese ocurrido algo importante, pero no me quiere decir qué; él simplemente dice que no lo recuerda, pero yo no le creo. Pensé que tal vez tú viste lo que pasó y...bueno, que tal vez podrías contármelo.
- No, no tengo ni idea, pero deberías hablarlo con Matt, sacárselo como sea. Si crees que es algo importante...ya sabes como es Matt, que se ahoga en un vaso de agua.
- Sí, lo sé, tal vez tengas razón. Gracias por el consejo. Por cierto...no le digas nada de esta conversación, por favor.
- Descuida.

Dom le sonrió, esta vez con sinceridad, y se metió en la camioneta. Chris dejó escapar un suspiro y miró por última vez a su alrededor, a modo de despedida silenciosa. Lo cierto es que lo había pasado bien como pocas veces.

Matt estaba con la mirada perdida en algún punto del suelo de la camioneta, donde había una mancha que probablemente llevase allí siglos. Se preguntaba de qué estarían hablando Dom y Chris, porque aunque no los entendía, los tonos de sus voces llegaban a veces animados, a veces pausados a sus oídos. La conversación terminó cuando Dom se metió en la camioneta, cerró la puerta y apoyó la cabeza en el asiento, con la barbilla apuntando al techo y los ojos cerrados. Estaba a escasos centímetros de Matt, y este había levantado la vista en cuanto Dom entró.
Esos eran los momentos que le gustaban; esos en los que podía observar sin ser observado. Solo así se sentía seguro y relajado, aunque ese día la sensación no se había afianzado del todo por el hecho de lo que había sucedido con Dom.

Pero allí estaba él; el Sol reflejando en sus rubios cabellos, creando sombras justo donde deberían estar para que la imagen fuese hipnotizante. Matt tenía las manos apoyadas en sus piernas; inconscientemente, había comenzado a levantar una de ellas para rozar la cara de Dom, para sentir la calidez de su piel, para... ¿Qué demonios estoy pensando?

Había bajado la mano de golpe, sobresaltando a Dom. Este abrió los ojos para mirar a su amigo, pero simplemente lo encontró mirando por la ventanilla, la vista perdida en el horizonte. Las nubes habían comenzado a tapar el Sol, y Matt se preguntó como la Naturaleza estaba tan jodidamente de acuerdo con él siempre. Puede que por eso no odiase Gran Bretaña: por mucho que odiase el mal tiempo continuo, este siempre estaba de acuerdo con su estado de ánimo.

- ¿Qué ha pasado?
- Oh, nada, ha sido sin querer. Lo siento.
- No importa. - Dom le dedicó una sonrisa, para restarle importancia al asunto. - Creo que me estoy enfermando.
- Eso te pasa por haberte metido en el agua ayer. - El tono de reprimenda de Matt solo hizo que la sonrisa de Dom volviese a aparecer en su cara, aunque como llegó se fue cuando soltó un sonoro estornudo, producto del resfriado. Esta vez fue Matt quién se rió.
- Lo siento Matt, pero no le veo la gracia.
- Ah, yo sí, y mucha.

En ese momento entró Chris, y se extrañó de ver a Matt sonriendo y a Dom con cara de estar a punto de morirse. Era como si por un momento se hubieran cambiado los papeles; pero es que en esos momentos, cuando sentía que no tenía ninguna clase de preocupación ni problema, Matt era realmente feliz. Dom le hacía reír, aunque fuera con sus propias desgracias. Y cuando no era así, al menos lo acompañaba en el sufrimiento, que era más de lo que él podía pedir.

La furgoneta arrancó a regañadientes, y el viaje se hizo corto, aunque silencioso. Dom se había quedado dormido en algún punto del viaje, señal inequívoca de que no se encontraba demasiado bien. Y es que era natural; Matt tenía el firme convencimiento de que si algún día le pasaba algo serio a Dom, sería por culpa de sus propias estupideces.

La primera casa a la que llegaron fue a la de Dom; este ni se enteró, pues seguía durmiendo, la cabeza apoyada en el hombro de Matt, el cual volvía a estar enterrado dentro de su propia imaginación. Chris se giró, y como se dio cuenta de que ninguno de los dos le estaba prestando atención, carraspeó sonoramente.

- Matt, será mejor que me ayudes con Dom, porque no creo que esté demasiado colaborativo. Yo llevaré sus cosas hasta dentro de casa, y tú ayúdale a ir hasta su habitación, ¿de acuerdo? - Matt asintió, y en cuanto esto ocurrió, Chris salió de la furgoneta y comenzó a acarrear todas las maletas de Dom. En su casa no había nadie, pero debajo del felpudo de la entrada siempre había una copia de la llave, que tanto Matt como Chris conocían para utilizar en casos como este.
Mientras tanto, Matt le estaba dando suaves golpecitos al hombro de Dom, para que se despertase. Al principio se limitó a lanzar suaves gruñiditos, pero como vio que las sacudidas se volvían más insistentes, abrió los ojos con desgana. Matt se limitó a comunicarle la situación en voz baja, y abrió la puerta para que ambos salieran.

Durante todo el trayecto hasta la habitación de Dom, este estuvo apoyado contra Matt, los ojos apenas abiertos. En cuanto Matt abrió la puerta, Dom se tiró en la cama, simplemente dejándose caer, sin deshacerla siquiera.

- Espérame aquí – dijo Matt lanzando un suspiro. - Ya vuelvo ahora.

No podía dejar a Dom solo en ese estado, al menos, tal y como se había dejado caer en el colchón. Así que fue a avisar a Chris de que él ya se quedaba allí, que se fuese y no se preocupase, ya hablarían al día siguiente. Su amigo lo escuchó y asintió, aunque Matt no pudo evitar notar algo extraño en la forma en que lo miró, como si conociese algo que nadie más conocía.

No pudo evitar un escalofrío mientras subía las escaleras de vuelta a la habitación de Dom.



martes, 11 de enero de 2005

Inside You the World is Ending.


8.






Y allí seguía, cual ser inerte, sobre la cama sin deshacer; boca abajo, con la ropa y los zapatos puestos. Matt se acercó y lo llamó en voz baja, pero Dom ni siquiera se limitó a contestarle. Tomó unos segundos agachado a su lado, y comenzó a quitarle los zapatos. Luego, deshizo la cama y lo tapó, poniéndolo boca arriba.
Dom apenas tenía los ojos abiertos, como si no fuera capaz; Matt le tocó la frente y se dio cuenta de que tenía fiebre, y de que así su estado tenía algo de sentido. Le quitó la chaqueta y algunas mantas, y fue hasta la cocina, pensando en qué prepararle para que se sintiera mejor. Encontró un sobre de sopa, y decidió prepararla. Al menos, eso era lo que se hacía en casos como ese; así que dejó el agua a hervir y subió arriba, a comprobar el estado de su amigo.

Este estaba tiritando, pero al menos ya tenía los ojos algo más abiertos. En el momento en el que entró Matt, levantó la mirada y susurró algo parecido a “lo siento”, aunque Matt ni siquiera se lo tuvo en cuenta. Se sentó a su lado, la espalda apoyada contra la pared, y apartó algunos mechones de pelo de la frente húmeda de Dom, el cual no hacía más que mirarle fijamente.

Fue ese el primer momento en el que Matt se planteó si Dom recordaba algo, o es que simplemente estaba delirando debido a la fiebre.

No es que fuera significativo, pero tenía una peculiar forma de mirarle, como si quisiera decirle algo importante, pero sin saber qué y sin llegar a dejarlo escapar de sus labios. Había algo así como...¿deseo?
Era raro; era contradictorio.

- ¿Quieres que vayamos a ver a un médico...o algo? - Matt intentó hablar para dejar de pensar, o al menos, para concentrarse en otra cosa. Dom negó con la cabeza, apenas imperceptiblemente. - En ese caso, será mejor que descanses. Me quedaré por si necesitas algo, pero estaré abajo. Vuelvo en un momento.

Bajó, y sirvió la sopa en un plato que llevó hasta arriba, no sin dificultad. Dom se había sentado, sin explicarse Matt como, pero allí estaba. Le dio el plato, pero él lo dejó en la mesilla.

- Gracias, pero no era necesario.
- Al menos, intenta tomártela.
- Luego, ahora mismo está demasiado caliente. - Dom se tapó hasta arriba, pero Matt le quitó las mantas. - Ay, ¿qué haces?
- ¿No te han enseñado que no es bueno taparse cuando se está con fiebre?
- Pero es que tengo frío...
- Ya, pero si te tapas, va a ser peor.
- Entonces, quédate aquí conmigo.
- Ya te he dicho que me iba a quedar aquí.
- Creo que no me entiendes. - Dom hizo un hueco en la cama, y le dio unas palmaditas al colchón. - Quiero que te quedes a dormir conmigo.
Matt miró al techo, preguntándose qué había hecho él para merecerse eso, pero tampoco se negó, solo para que Dom no se quejase. Éste, satisfecho, se volvió a acostar y apagó la luz. A pesar de ser de día, las persianas estaban bajadas y la penumbra de la habitación era propia de la más oscura de las noches. Y allí estaban ellos: Matt mirando al techo, sin una pizca de sueño y con la mente en blanco, para variar; y Dom, que tiritaba de vez en cuando, pegado a Matt.

- Eres idiota. - Matt rompió el silencio de golpe.
- ¿Por qué dices eso? - contestó Dom en tono ofendido.
- ¿A quién se le ocurre meterse en el agua en plena noche, borracho y con ropa?
- A mí, a quién va a ser.
- Pues por eso te llamo idiota.

Dom rozó el cuello de Matt con la punta de la nariz, y éste no pudo reprimir un escalofrío que cruzó toda su columna vertebral. Se acordó del bosque, de Dom acorralándolo contra el tronco del árbol en el que había estado, ardiendo, húmedo y despeinado, borracho como nunca.

- Matt...
- ¿Qué?
- Nada...
- Dime.
- Nada, en serio.

Matt soltó un sonoro suspiro. Así era la vida con Dom, al fin y al cabo. Era impredecible, y tanto podía ser asquerosamente feliz como podía estar rompiéndose la cabeza con cualquier cosa. Matt suponía que por eso se llevaban y se entendían tan bien: en el fondo, aunque muy en el fondo, eran casi iguales. Y tal vez si la vida le hubiera sido más favorable, Matt sería un poco como Dom, tan feliz, tan...tan jodidamente inexpresable.

- Oye, Matt.
- ¿Ahora me vas a decir algo?
- Sí.
- ¿Qué?
- Quiero que me cantes algo.
- ¿Ahora?
- Sí. Y no te sonrojes, que te conozco. Tienes que ir practicando.

Matt no se podía explicar como sabía que se había sonrojado, pero así era. La sangre se había agolpado en sus mejillas como si el resto del cuerpo se le hubiera quedado sin sangre; el otro día, cuando había tocado y cantado para Chris y Dom, estaba bastante bebido. Ahora que estaba en un estado total de sobriedad, acostado en cama en un cuarto en penumbras con Dom, no se sentía tan seguro de sí mismo como lo estaba en aquella tienda en el medio de ningún sitio. Pero tampoco sabía decirle que no a Dom.

- ¿Qué quieres que te cante?
- Lo que tú quieras, pero algo.

A pesar de no verle, Matt se dio cuenta de que Dom lo estaba mirando. Estaban frente a frente, a escasos centímetros el uno del otro, como la otra noche, como la otra jodida noche que Matt no era capaz de borrar de sus recuerdos.
Trató de no pensar: ni en eso ni en el hecho de tener a Dom atravesándole con su candente mirada, tan cerca de él.
Y simplemente se concentró en la música, en lo que era su vida entera y en lo que le ayudaba a seguir adelante cuando sentía que no podía más, ni consigo mismo ni con la gente que le rodeaba.
Y, simplemente, surgió.

I can't remember when it was good,
moments of happiness elude.
Maybe I just misunderstood.

All of the love we left behind,
watching the flash backs intertwine.
Memories I will never find,
so I'll love whatever you become,
and forget the reckless things we've done.
I think our lives have just begun,
I think our lives have just begun...

Se cortó, cuando se dio cuenta de que realmente estaba cantando eso en voz alta; se sentó, de golpe, como si estuviera muy confuso.

- ¿Por qué has parado? Esa canción era maravillosa, ¿era tuya?
- S-sí...
- ¿Y por qué has parado?
- Porque no era lo que quería cantar. De hecho, no quería cantar ninguna de mis canciones. No sé por qué lo he hecho.
- Oye – Dom se sentó a su lado, y apoyó su mano en el hombro de Matt. Ese mero contacto volvió a provocarle un escalofrío, como si le transmitiera electricidad a través de las yemas de sus dedos. - No te tortures. Ha sido maravilloso, en serio, me ha gustado incluso más que la otra. Quiero que se la enseñes a Chris, y quiero que la trabajemos. ¿Tienes alguna más aparte de las dos que nos has enseñado?
- Sí, claro.
- Matt, no sabes como me alegro de oír eso. Y gracias por hacerme feliz, sé que no te agradaba mucho la idea de cantar y aún así lo has hecho...

Y así, de forma espontánea, besó su mejilla. Las mejillas de Matt se volvieron a sonrojar, y este se llevó la mano al sitio donde segundos antes habían estado los labios de Dom, el cual, ajeno a todo lo que estaba pasando dentro de su propia habitación, se había vuelto a acostar y comenzaba a adormilarse.



lunes, 10 de enero de 2005

Inside You the World is Ending.


9.






Cuando se despertó, tardó unos segundos en darse cuenta de dónde estaba.
A excepción de él, la cama estaba vacía, y el Sol entraba tímidamente por la ventana, dándole en la cara y haciéndole cerrar los ojos, a pesar de ser el característico Sol pálido de Gran Bretaña.

Dom entró en ese momento, para comprobar si su amigo seguía dormido. Lo vio allí, acostado en su cama, despeinado y con la luz del atardecer acariciándole como si fuera un elemento más de la Naturaleza.

- ¿Qué hora es? - Su voz apenas era audible, pero bastó para sacar a Dom de su mundo interior.
- Son las siete de la tarde. - A esa respuesta, Matt reaccionó levantándose de golpe.
- ¿¡En serio!? ¡No me jodas!
- No, no lo hago – respondió Dom con una sonrisa.

Matt se pasó la mano por el pelo repetidas veces, y se levantó, buscando sus zapatos.

- ¿Cómo estás? - preguntó mientras buscaba por debajo de la cama.
- Mucho mejor, gracias.
- ¿Irás mañana a clase? Yo te diría que no lo hicieses.
- Creo que iré, descuida.

Matt lo miró como una madre reprimiendo a su hijo, pero no tardó mucho en echarse a reír a carcajadas, y aunque Dom no comprendió esta reacción del todo, pronto se le unió. Estuvieron así unos minutos, tiempo durante el cual Matt encontró sus zapatos y se sentó en el borde de la cama de Dom para ponérselos.

- Oye, Matt – dijo Dom en cuanto ese bizarro momento hubo acabado.
- Dime.
- Mientras dormías he llamado a Chris, y me ha pedido que te preguntase si mañana por la tarde estarías dispuesto a empezar con los ensayos, serán en el garaje de mi casa.
- Por mi no hay problema.
- Perfecto.

Dom se quedó allí unos segundos, sin mirar a ninguna parte.
Esos días habían sido los más raros de su vida. No sabía si alegrarse por ese hecho o echarse a llorar, pero así era, y allí, delante de él, estaba el causante de toda esa extrañeza, de todas esas cosas que no dejaban de pasarle por la cabeza. Y sin embargo, no se sentía capaz de decir nada, de hacer nada...era su mejor amigo, y del mismo sexo que él, ni más ni menos, pero no conseguía quitárselo de la cabeza. Cuando recordó lo de aquella noche, se dio cuenta de que era lo más excitante que había hecho en su vida, aunque sintió la necesidad de disculparse, pero sin saber muy bien por qué ni cómo hacer para comunicarle a Matt que lo recordaba todo y que se alegraba de que hubiese ocurrido. Probablemente se acabaría su amistad, y probablemente nunca más volverían a hablarse, o simplemente a acercarse el uno al otro. Así que, a pesar de todo, Dom no sacaba el tema, ni tenía pensado sacarlo.

Matt se levantó, y le dedicó una mirada significativa. Dom intentaba por todos los medios no gritarle; le jodía que fuera tan puñeteramente enigmático siempre. Vale, que él no era el más indicado para hablar en este caso, pero Matt lo era siempre, y para todo.

Se acercó a él, y le tocó la frente.

- Creo que ya no tienes fiebre, pero deberías volver a meterte en la cama, eso no quiere decir que estés bien.
- De acuerdo...¿te vas ya?
- Va a ser mejor. Si mañana decides ir a clase de todos modos, te esperaré abajo, así que no tardes o daré por supuesto que te quedas en casa.
- Vale...
Por un momento estuvo a punto de decir algo más, pero se dio cuenta de que estaba totalmente fuera de lugar. Matt lo miró largamente, una vez más, como si él también estuviera esperando a que añadiese algo, algo que ambos necesitaban pero que ninguno conseguía explicarse.

- Pues hasta mañana. - Matt pasó por su lado, rozándole, para salir por la puerta. En su cara había una expresión derrotada, como si lo que había estado esperando no hubiera pasado, ni fuese a ocurrir nunca.

Dom se quedó allí, solo, reflexionando.
¿Cómo había llegado a esos límites?
En sus diecisiete años de vida jamás había sentido nada tan serio por nadie, y menos por un chico. Y menos aún por un amigo.
Y peor todavía, por alguien tan jodidamente frágil y autodestructivo como Matt. Que no era nada malo, pero tenía miedo de hacerle daño, y de que fuera irreparable, porque sabía como era.

Pero cada vez que lo veía, siempre metido dentro de su cabeza, en su propio mundo, a veces con esa infinita tristeza, algo dentro de Dom cambiaba. Sentía que lo necesitaba a su lado, que necesitaba abrazarlo y decirle que todo estaba bien, que no pasaba nada, que él estaba allí para solucionarlo todo. Pensaba en besarle, y pensaba como se vería recién follado, cosa que a veces le daba escalofríos, porque no sabía explicarse como era capaz de pensar en todo eso con su mejor amigo. Pero era verdad, y ahora lo sabía, lo tenía claro.

Le quería. No como se quiere a un amigo, si no como amas a eso que te parece irreal de lo perdidamente perfecto que es. Y quería decírselo, gritárselo tal vez, pero le dolía lo irremediablemente cobarde que era en circunstancias como esa. O tal vez era por no hacerle daño, o tal vez, simplemente, era por lo mucho que la gente hablaría de él. Pero, de cualquier modo, así estaba. Ahogado en sus propios sentimientos.

Tomó aire largamente.

Bueno, como bien le decía a Matt, tal vez lo que le hacía falta era divertirse.







domingo, 9 de enero de 2005

Inside You the World is Ending.


10.






El despertador sonó, por desgracia, demasiado pronto para Matt.
Esa noche le había costado dormirse una barbaridad, y se sentía como si solo hubiera descansado dos segundos; cerrar los ojos para volverlos a abrir al instante.
Para cuando hubo salido de la ducha y se hubo vestido, ya era demasiado tarde como para perder más tiempo; se colgó la mochila al hombro, se colocó los auriculares en las orejas con algo de música aleatoria y salió corriendo como si su vida dependiese de ello. No sabía bien por qué: de todos modos, como por costumbre tenía, Dom no estaría en la puerta, tal y como debería estar, esperando para ir a clase.

Y es que tener diecisiete años no es tan sencillo: tienes ganas de libertad, las que crees que te mereces, pero no tienes la edad suficiente para tenerla.
Matt no sufría esto demasiado, pues él no aspiraba a salir hasta que el Sol estuviese en lo alto del cielo, pero esa sensación permanente que tenía de que el mundo se le quedaba pequeño no se podía solventar teniendo en cuenta su edad, y no sabía con certeza si sería capaz de aguantar un año más hasta explotar, sentir que el aire ya no entraba en sus pulmones y que irremediablemente se estaba muriendo.
Dom, por otra parte, vivía como quería. ¿Qué lo que quería era salir hasta que su cuerpo no diese para más? Nadie le ponía trabas. ¿Quería irse a recorrer mundo? Siempre y cuando tuviera el dinero suficiente, podría irse a donde le diera la gana sin tener que rendirle cuentas a nadie. Sin embargo, él no veía esto como algo bueno. Le gustaba salir, bien era cierto, pero la mayoría de los problemas de Dom, los llevaba por dentro. Y tener libertad física no le iba a mejorar la vida.

Así, esa mañana se había levantado con esa idea en la cabeza, lo cual era raro, pues todas las mañanas, Dom abría los ojos cargado de un optimismo contagioso. No se sentía triste, pero tampoco alegre. En parte era porque no le apetecía volver a la rutina; en parte era porque se había dado cuenta de la realidad de su mundo, y esa verdad no le terminaba de satisfacer. Lo que uno ve no es siempre lo que en realidad hay. Estaba dentro de casa, dudando entre ir a clase o quedarse en casa, metido en cama, buscando razones por las cuales estar feliz y no estar ahogándose en un pozo que no se acababa nunca.
Cuando Matt llamó a la puerta, así seguía, decidiendo qué hacer.
Pero fue abrir la puerta, verle y saber lo que iba a hacer ese día.
Dibujó una gran sonrisa en su cara y atravesó el umbral de la puerta.

**

Hacía frío, para no variar. A pesar de eso, la gente llenaba los jardines del instituto como si fuera el más caluroso y soleado de los días. Matt se preguntaba como la gente podía ser tan masoquista, pues lo único que deseaba en esos momentos era entrar en el edificio para dejar de sentir ese frío húmedo que calaba hasta los huesos.

El Teignmouth Community School era un edificio grande, aunque bastante simple. En realidad, nadie se quedaba demasiado tiempo observándolo. La gente iba a estudiar, y a poco más. Teniendo en cuenta que el pueblo solo se veía lleno de vida en verano, la monotonía de ese lugar era aplastante. Podías pasear por los pasillos como quien se da una vuelta por un velatorio: todo en el más absoluto de los silencios, apenas unos susurros audibles de vez en cuando. Aunque claro, Dom siempre rompía con esta regla, y Matt se alegraba de tenerlo cerca porque sentía, de este modo, que el lugar no estaba tan muerto como realmente le parecía.

Chris llevaba un rato dentro del edificio. En ese momento estaba rebuscando dentro de su taquilla, la cual no era precisamente muy ordenada. Dom se le acercó, con Matt siguiéndole.

- Hola, Chris.
- Ah, hola. Ya decía yo que me faltaba algo, esto estaba muy silencioso.

Matt no pudo evitar reírse. Chris siempre intentaba fingir que Dom le irritaba, pero era bastante evidente que le tenía cariño, que lo trataba como a un hermano.

- Chris.
- Qué – contestó Chris mientras rodaba los ojos.
- ¿Ensayamos hoy? - Se giró y miró a Matt. - Si os viene bien a los dos, claro. Sé que lo hablamos ayer, pero quería saber si seguía en pie. - Dibujó una gran sonrisa y se quedó así, esperando a que alguno de los dos dijese algo.
- Yo no tengo problema, ya sabes que casi siempre tengo mucho tiempo libre, además de que ya te dije ayer que me venía bien – dijo Matt, mientras se encogía de hombros.
- Yo sigo sin cambiar de parecer – añadió Chris, sonriendo a su vez; aunque claro, esto no hizo más que amplificar el tamaño de la sonrisa de Dom.
- Perfecto, pues a las cinco en mi casa, y más os vale ser puntuales.
- Que más dará si somos puntuales o no, seguramente tú no te habrás ni quitado la mochila de los hombros. - Matt coreó esta frase con una carcajada, pues Chris tenía toda la razón del mundo: Dom no conocía el significado del concepto “puntualidad”. Jamás, en toda su vida, lo había sido.
- Esta bien, prometo tenerlo todo preparado.
- Si no, ¿qué?
- Haced lo que queráis conmigo.

Se hizo un momento de silencio antes de que los tres rompieran a reír una vez más, solo que esta vez todos ellos al unísono.

- Bueno chicos, yo me voy para clase ya. - Chris cerró la taquilla y se colocó mejor la mochila sobre el hombro derecho. - Ya luego os veo.

Dicho esto se fue, dejando a Matt y a Dom en el medio de un pasillo cada vez más vacío. Ambos fueron a sus taquillas, cogieron sus respectivos libros y se fueron a sus respectivas clases, pues sus asignaturas variaban.
Matt caminó hacia el aula pensando que esa mañana se le haría asquerosamente larga.






sábado, 8 de enero de 2005

Inside You the World is Ending (+Bonus).

¡Hola a todos!

Bueno, antes de subir el capítulo número once, me apetecía escribir algo, ya que nunca lo he hecho y también porque ahora tengo algo digno de mención que comunicar. Bien, si es la primera vez que te pasas por aquí, quizás no te extrañe, pero si eres un visitante frecuente, tal vez has podido comprobar que los primeros capítulos del fanfiction ahora cuentan con ilustraciones que corren a mano de mi maravillosa Gema Bellamy - sí, la misma que está debajo de mi foto en tu derecha, en la pantalla -, y que con suerte, pronto todos los capítulos contarán con una. Por lo de pronto, este nuevo capítulo ya cuenta con su respectiva ilustración que espero que os guste y os emocione tanto como a mi (: Sin más, me despido, no sin antes pediros como siempre que comentéis y que lo disfrutéis. Ah, y creo que nunca lo he dicho, pero se admiten sugerencias.

Y ahora no os haré esperar más, aquí está el capítulo número once.





11.






Cuando sonó el timbre que indicaba el fin de las clases, Matt no se podía acabar de creer lo que estaba oyendo. Tenía la sensación de llevar sentado en esa maldita silla como mil años. La mañana había sido extremadamente aburrida; él, como siempre, se había entretenido garabateando frases sueltas en su cuaderno. Probablemente algún día acabarían siendo parte de alguna canción, pero las clases hacían de él de todo menos activar su creatividad, aunque en él ésta abundase.

Cuando salió al pasillo no encontró ni rastro de Dom, y tampoco de Chris, lo cual ya era extraño, pues Chris no era un hombre fácil de perder de vista. Suspirando, se dirigió hacia su taquilla para dejar sus libros. En la taquilla que se encontraba al lado de la suya se encontraba Brandon, uno de los chicos que había ido a pasar el fin de semana al bosque con ellos. En cuanto Matt se acercó, se lo quedó mirando con una expresión bastante curiosa, que Matt no fue capaz de descifrar.

- Hola – lo saludó, al ver que el otro no decía nada en absoluto.
- Hola, Bellamy. ¿Dónde has dejado a Dominic?
- No sé dónde está, supongo que ya se habrá marchado. - Lo cierto es que había salido tarde de clase, y mucha gente ya se había ido a casa.
- ¿Crisis de pareja, o qué? - Brandon comenzó a reírse como si fuera el más gracioso de los chistes. Matt se lo quedó mirando impasible, aunque por dentro, todos sus sentidos estaban en alerta, pensando que tal vez alguien los había visto aquella noche, pues Brandon había estado allí, y quién sabe cuántas personas más.
- ¿De qué hablas?
- Bueno, la otra noche...
- La otra noche no pasó nada.
- ¿Ah, no? - Brandon se apoyó en la puerta de su taquilla, ya cerrada, y levantó una ceja con aire divertido. - Entonces Dominic nos engañó a todos.
- Estaba demasiado borracho, apenas se mantenía de pie. Además, seguro que nadie recuerda aquella noche; todo el mundo bebió.
- Ya, pero yo la recuerdo. Y no estoy muy seguro de eso que dices.
- Por favor, ¿qué te crees que somos?
- Bueno...nunca nadie es lo que aparenta.
- Olvídalo, Brandon.

Matt se puso a buscar en su taquilla, dando por finalizada la conversación. En el pasillo apenas quedaban ellos dos, y como Brandon no le dijo nada más, pensó que se había ido. Para cuando cerró la puerta de la taquilla y se giró, no pudo evitar soltar un grito de sorpresa al encontrarse a Brandon justo delante de su cara.

- De verdad que yo no me creo eso, Bellamy. - Apoyó las palmas de sus manos en la taquilla, a ambos lados de Matt, dejándole sin escapatoria. - Lo noto en la cara que pones cuando te saco el tema.
- ¿Y a ti qué más te da lo que haya pasado? Es una tontería.

Brandon sonrió de medio lado, de una manera que a Matt no le gustó nada.

- No me esperaba eso de ti.
- Apenas nos conocemos.
- Eso es lo de menos.

Matt tardó unos segundos en darse cuenta de por qué estaba en el suelo.
Brandon se estaba llendo; le había dado un puñetazo en la cara. El suelo estaba empezando a llenarse de la sangre que le caía de la nariz, y aunque sabía que no podía hacer nada contra él, la rabia del momento hizo que se levantase, fuese hasta donde estaba Brandon y comenzase a pegarle, dándole puñetazos con todas sus fuerzas.

Lo demás fue muy rápido: acabaron enzarzados en una auténtica pelea donde Matt las llevaba todas de perder con una exagerada diferencia. Si no fuera porque aún quedaban unos cuantos chicos por el pasillo que corrieron a separarlos, Matt probablemente acabaría inconsciente, o peor aún, en el hospital. Brandon no paraba de lanzarle insultos mientras unos cuantos chicos lo estaban sujetando, y la nariz de Matt no dejaba de sangrar. Simplemente lo fulminó con la mirada durante unos segundos, y se marchó, pues decidió que no merecía la pena perder el tiempo con semejante individuo. De todos modos, mientras iba de camino a casa, con los auriculares de vuelta a sus orejas y la música fluyendo nuevamente por su cerebro, no pudo evitar echarse a llorar. De rabia, de impotencia, de un millón de cosas más que no era capaz de expresar con claridad, que se acumulaban en su interior y le aplastaban el alma sin piedad. Porque tal vez era verdad, y tal vez estaba enamorado de Dom, aunque ni podía ni quería admitirlo. Le daba miedo el hecho de que alguien lo descubriera; de hecho, le daba miedo que alguien se enterase de por qué se había peleado con Brandon, pero tal vez eso era irreparable. La única esperanza que albergaba era que tal vez nadie le prestase atención. O, en el peor de los casos, tendría que plantearse el hecho de tener una novia. Aunque...¿quién iba a querer salir con él? Ninguna chica se había fijado jamás en él, y dudaba que eso pasase. Tampoco era algo que le quitaba el sueño, pero podía llegar a comprender que alguien dudase de su sexualidad cuando jamás había mostrado interés por esa clase de cosas.

Para cuando llegó a casa, lleno de lágrimas y sangre, se alegró de no encontrarse a nadie allí. Había una nota de su madre sobre la mesa, donde le comunicaba que no iría a comer, pero que se había tomado la molestia de dejarle la comida hecha. Mentalmente, le dio las gracias a su madre, aunque al rato se dio cuenta de que no tenía ni un poco de hambre: todas las ganas que había tenido a lo largo de la mañana se las había quitado Brandon de golpe, literalmente.

Así que simplemente se sentó en el salón, encendió el televisor y trató de no pensar en nada; no merecía la pena.



viernes, 7 de enero de 2005

Inside You the World is Ending.


12.






Para variar, Dom cumplió con su palabra y los estaba esperando apoyado en el portal de su garaje, con esa permanente y blanca sonrisa suya.
Matt fue el primero en llegar; no aguantaba estar más tiempo solo en su casa. La nariz había dejado de sangrarle, aunque probablemente le saldría algún moratón en la cara a lo largo del día. Llevaba la guitarra colgada del hombro, dentro de su funda, y a pesar de todo lo que le había pasado ese día, se sentía bastante bien: incluso el Sol parecía brillar con más intensidad que de costumbre, cosa que no hacía más que afirmar lo que ya había pensado muchas veces, y es que el clima estaba siempre de acuerdo con su estado de ánimo.

Se saludaron y entraron.
Dom ya tenía la batería lista y las baquetas en el bolsillo del pantalón. Matt dejó la funda en el suelo y sacó la guitarra, el regalo más preciado que tenía. Se la había regalado su padre al cumplir los catorce años, y no tardó demasiado en dominarla. En comparación con el piano, tocar la guitarra era un juego para él. Siempre estaba reluciente y bien afinada, de eso se encargaba todos los días, la tocase o no. Dom la contempló ligeramente maravillado, y así lo vio Matt cuando levantó la mirada.

- ¿Qué pasa?
- Nada, que es preciosa. Solo eso.
- Gracias. - Matt le sonrió, orgulloso.
- Oye, Matt.
- Que...
- Te está sangrando la nariz.

Matt dejó escapar una maldición, y se tocó la nariz. Efectivamente, sangraba profusamente. Se sentó en el sofá que Dom tenía instalado permanentemente en el garaje y buscó un pañuelo en los bolsillos. Lanzó otro improperio cuando no encontró ninguno. Afortunadamente, Dom le acercó uno. Le echó la cabeza hacia atrás, con delicadeza, y le dio el pañuelo. Se quedó allí, a su lado, mientras la nariz de Matt dejaba de sangrar, no sin tiempo.

- Gracias – dijo Matt cuando la hemorragia hubo parado.
- De nada. ¿Estás bien?
- Sí, no pasa nada – mintió Matt. Le había mentido dos veces en menos de tres días, y se sentía fatal por ello, pues aunque fueran mentiras piadosas, y las dos tenían que ver con el mismo asunto, jamás le había mentido, desde que se conocían.
- Joder, me has preocupado.
- No seas exagerado, anda.

Dom lo miró, tan cerca de él como la tarde en la que Matt se quedó a dormir en su cama. Estuvo a punto de decir algo, pues la forma en la que Dom lo miraba le desconcertaba mucho, pero se abstuvo de abrir la boca.

El vello comenzó a erizársele en el momento en el que Dom comenzó a acercarse más a él, peligrosamente. Apenas un milímetro les separaba, probablemente estaba a punto de suceder lo que ambos, sin conocer el deseo del otro, estabas esperando fervientemente. Dom abrió la boca y...

En ese momento, Chris entró.
Matt y Dom se apartaron precipitadamente, y por fortuna, Chris no se dio cuenta de lo que acababa de pasar allí, o que casi llega a pasar.
Matt temblaba; su mundo estaba comenzando a moverse al fin. Todo comenzaba a perder importancia ya, estaba a punto de hacer algo de lo que probablemente se arrepentiría luego pero no le importaba, no le producía ni una ligera preocupación, ni ese grito mudo y molesto de su conciencia. Se sentía bien, para variar.
Dom, por su contra, estaba enfadado. En ese momento podría romperle la cara a Chris. Estaba a punto de hacer algo que deseaba pero para lo que probablemente nunca más volvería a tener el valor y...cada vez que ese pensamiento cruzaba su cabeza, las mejillas de Dom enrojecían, y simplemente de la ira acumulada. Pero claro, Chris no sabía nada, al fin y al cabo, y cuanto menos supiese, mejor.

- Hola, chicos, ¿he tardado mucho?
- Oh, no te preocupes, he sido yo, que he llegado muy temprano – sonrió Matt, todavía con algo de rubor delator en las mejillas.
- ¿Sabéis por lo que vamos a empezar?
- Pues... - Matt los miró a ambos, alternativamente. - He traído todas las letras en las que he estado trabajando. A algunas ya les he puesto música, pero solo a guitarra o a piano. Las demás no tienen música, y creo que estaría bien si los tres trabajásemos en ellas, siempre y cuando os gusten.

Matt sacó una carpeta azul de dentro de la funda de la guitarra, cargada de papeles hasta los topes, letras y partituras. Entregó una mitad a Chris y la otra a Dom, y se quedó en el sofá, sentado con la guitarra, tocando algún que otro acorde suelto de vez en cuando. Trataba de no pensar, de vaciar su mente o de, simplemente, concentrarse en otras cosas, pero le estaba costando exageradamente. Había estado a punto de besarle. Había sentido su aliento como una ráfaga de viento en verano, y lo había tenido tan cerca que pudo contemplar con detalle los dibujos de sus pupilas, tan jodidamente enrevesadas, esa mezcla de verde y azul que era imposible de definir. Llegado a este punto había dejado hasta de tocar acordes sueltos. Simplemente tenía la vista fija en algún punto inconcreto de la pared del otro lado del garaje, intentando buscar algo interesante a lo que aferrarse, mentalmente hablando.
Al final, fue Chris quien rompió el silencio.

- Bueno...yo creo que aquí tenemos mucho material en el que trabajar.

Matt levantó la mirada, y Dom asintió.




jueves, 6 de enero de 2005

Inside You the World is Ending.


13.






No tenían nombre, ni siquiera una vana idea; simplemente tenían ganas de tocar, cosa que no hacían precisamente mal. Las semanas que siguieron a aquel primer ensayo, fueron semanas en las que apenas hablaron de otra cosa que no fuera el grupo, ese pequeño proyecto sin nombre, pero en el que tantas esperanzas tenían puestas, en el que con tanto tesón trabajaban.
Para Matt, era la primera vez que algo le hacía verdadera ilusión. De hecho, era la primera vez que se involucraba realmente en algo, y por una vez, sentía que era algo útil, además de algo que realmente le gustaba, para variar.

Eran ellos y su música contra el mundo.

Aquella era una mañana particular.
Hacía frío, para no variar, pero Matt notaba en el aire algo peculiar, algo que no acostumbraba a estar allí, pero no tenía manera de saber qué era, pues no era sólido, ni posible de captar a través de los sentidos. Era esa clase de cosas que solo eres capaz de ver por el rabillo del ojo, casi sin quererlo.
Estaba sentado en un banco, inundado por esa sensación, impidiendo que incluso las bizarras cosas que había empezado a crear su cerebro interfirieran y enturbiasen esa sensación. Deseaba por una vez estar al pie de un precipicio, pero solo para demostrar que él era algo más que un deseo suicida, que ya tenía una gran razón por la cual quedarse con los pies plantados en la Tierra. Quería reírse de lo que era antes: le sorprendía el hecho de haberse convertido en alguien totalmente distinto en tan poco tiempo, alguien tan...¿feliz?

Así estaba cuando Dom llegó, cavilando, sin hacer el más mínimo sonido.
Llevaba un gorro de lana calado hasta las orejas, y una bufanda alrededor del cuello, como si estuviera decidido a no enfermarse más después de lo de “aquella” noche.
Se sentó al lado de Matt y lo miró con solemnidad.

- ¿Dónde está Chris? - dijo mientras se liberaba de la bufanda. No comprendía como Matt, con lo delgado que era y con lo desabrigado que iba siempre, no se enfermaba jamás. Era como si no fuera de este mundo.
- Lo llamé hace un poco y dijo que venía para aquí, así que debe estar al llegar. Al menos Chris no tiene tus costumbres – rió Matt.

Se hizo el silencio durante un rato después de esa frase, el que tardó Chris en llegar. Matt estaba mirando el paisaje, viendo el humo escapando de los labios de Dom por culpa del frío. Fue arrancado de sus pensamiento por Chris, pues llegaba creando un gran jaleo él solo. Estaba excitado por algo que ninguno de los otros dos chicos conocía.

- Hola. - Estaba realmente resplandeciente, con las mejillas encendidas.
- ¿Se puede saber qué te pasa? Parece que acaban de disparar a alguien delante de tu cara. Dom parecía molesto, aunque no lo estaba realmente.
- No os lo vais a creer, pero acaban de llamarme y...y... - le costaba hablar, porque apenas le llegaba el aire a los pulmones, lo cual no era de extrañar, pues había venido corriendo un gran trecho de camino.
- ¿Y qué? - Esta vez Dom habló en un tono molesto de verdad, pues no le gustaba ser el último en enterarse de las cosas, aunque claro, en este caso no era exactamente el último, con Matt a su lado con cara de interrogante.
- ¡Nos han dado un concierto! - gritó Chris al fin.
La felicidad no tardó en contagiarse entre ellos como la pólvora. Era para lo que tan intensamente habían estado trabajando, y ahora, al fin, lo tenían al alcance de la mano: su primer concierto, su primer concierto de verdad.

- Pero esperad, chicos, eso no es todo.
- ¿Ahora es el momento de la mala noticia? - dijo Matt borrando la sonrisa de la cara. No le parecía justo que le estropeasen la noticia con otra cosa.
- No, al contrario, ahora viene la buena.
- En serio, ¿algo mejor que el concierto? - se carcajeó Dom, sin creérselo del todo.
- Oh, sí. Vendrá gente por decirlo de algún modo...importante. Gente que podría darnos un contrato. Podría significarlo todo o nada.
- Y quieres decir que eso es lo bueno, ¿no? - Dom volvió a reírse, esta vez irónicamente.
- Sí. - Fue esta vez Matt quién contestó. - Como bien ha dicho Chris, podríamos no gustarles, pero yo tengo fe en todo lo que hemos estado trabajando, y sé que les gustaremos. Así que iremos, daremos todo lo que tenemos y nos darán lo que sea. Lo sé.

Tanto Chris como Dom se lo quedaron mirando fijamente. Matt nunca se había mostrado seguro de nada. Por una vez era el cabecilla de algo, y estaba asumiendo el papel de una manera que a los otros dos chicos impresionaba. No solo se mostraba seguro, si no que se lo conseguía transmitir a los demás.

- Pero bueno, ¿a qué esperamos entonces? - dijo Dom, sonriendo.
- ¿A qué? - contestó Chris.
- Bueno, tendremos que ensayar mucho si queremos impresionarles. Tenemos un concierto que preparar.

Matt sonrió como solo hacía en contadas ocasiones. Ese era el momento; podía comenzar a palpar su libertad. En ese momento su mirada se cruzó con la de Dom, y por un momento el mundo entero dejó de existir. El cielo era del color de sus ojos: probablemente el Universo entero. Le entraron unas indescriptibles ganas de coger su bufanda, pasársela tras la nuca, acercarlo a él y besarlo. Notó como sus mejillas enrojecían, y miró en dirección al suelo, para que ninguno de los otros dos chicos se diera cuenta de lo que estaba pasando por su cabeza y se estaba reflejando en su rostro.

Salieron en dirección a casa de Dom felices como nunca, inundados por una sensación que, esperaban, durase eternamente.




miércoles, 5 de enero de 2005

Inside You the World is Ending.

14.






Matt temblaba.
Intentaba no hacerlo, pero realmente, era incapaz.
Escuchaba el ruido al otro lado del telón e intentaba pensar en otra cosa, o simplemente en que ese no era su público, que habían venido a ver a otros. A pesar del miedo que podía crearle un puñado de personas, se preguntaba cómo demonios había tanta gente. Era su primer concierto, ¿qué demonios había pasado para tal congregación, pues la sala estaba llena hasta su aforo máximo? Pensó en Dom, y en que tal vez ya tenía la respuesta en su cabeza, pero en ese momento, el miedo escénico lo eclipsaba todo.

Chris se le acercó, sonriente.

- ¿Qué, preparado?
- S-s-sí... - Intentó fingir una sonrisa, lo cual le fue totalmente imposible.
- No te preocupes, Matt, piensa en ello como en un ensayo más, solo que con gente delante. No pasa nada. Respira.

Matt asintió, y trató de hacerle caso. Tomó una honda bocanada del aire viciado del establecimiento, y se sintió incluso peor de lo que ya estaba.
Y en ese momento, como escuchando una plegaria interna, Dom se materializó ante sus ojos. No tenía ni idea de en qué momento había llegado, pero allí estaba, y Matt no sería el encargado de echarlo.

- Tranquilo. - Se lo quedó mirando, pues sabía lo que le pasaba a Matt; sabía como era. - Ven, salgamos afuera, aún quedan unos minutos.

Matt se limitó a asentir y a seguirle, todavía tembloroso. El aire los golpeó a ambos en cuanto el rubio empujó la puerta que separaba al local del exterior. A lo lejos había algún que otro chico fumando, pero en un amplio perímetro, solo eran ellos y la noche, cosa que relajó a Matt increíblemente, aún a pesar de que la presencia de Dom le ponía de los nervios desde que se había dado cuenta de todo lo que sin querer estaba sintiendo por él. No había gente y, por lo tanto, tampoco había nervios. Se quedaron así, callados durante unos instantes, saboreando la noche, llenando los pulmones de aire puro, pretendiendo ser aire en el medio de la nada.

- Matt.
- Dime.
- ¿Cómo te sientes?
- T-t-tengo miedo.
- Oh, vamos, no puedes tener miedo, no después de como nos convenciste a Chris y a mi. ¿Qué has hecho con ese tipo, eh?
- Oye, no es culpa mía. Simplemente veo a toda esa gente y...y no reacciono. No puedo hacer nada, me bloqueo.
- Mira, hagamos una cosa. - Dom puso las manos en los hombros de Matt y lo miró fijamente. Estaba serio como nunca. - Vas a cerrar los ojos y yo te llevaré hasta el escenario. No los abras si no te sientes realmente seguro. Piensa que solo estás con Chris y conmigo, en un ensayo más. ¿De acuerdo? - Matt asintió, sin apartar sus ojos de los de Dom. - Confía en mí.
- Sí.
- Bien, entonces vamos. Cierra los ojos.

Matt cerró los ojos, no muy convencido.
De repente, sintió como Dom tomaba su mano, y se olvidó de toda la realidad. Tenía la mano fría, pero para él era el contacto más agradable del mundo. Tiraba de él, guiándolo a través del pequeño backstage del establecimiento. De repente, se pararon. Una voz que Matt no supo identificar le habló a Dom, con unas palabras que tampoco consiguió entender. Se sentía como entre brumas. De repente, lo oyó:

- ¿Y cómo os llamáis?

En ese momento, Matt pudo sentir toda la tensión en el cuerpo de Dom. Le oyó llamar a Chris y preguntarle con un hilo de voz como demonios tenían un concierto si ni siquiera el grupo tenía nombre.
Mientras ellos dos trataban de pensar algo rápido, Matt abrió los ojos. Todo estaba más oscuro, casi preparado para el concierto. A pesar del aire casi sólido de lo irrespirable que era y de que no era el antro más agradable del mundo, a Matt le pareció un lugar maravilloso; de hecho, el mejor lugar del mundo. Pensó, sereno y en silencio, tratando de buscar una solución junto a esos dos chicos desesperados que eran sus mejores amigos y sus compañeros de banda.

Cuando observó con detenimiento lo que le rodeaba, se encontró al propietario de aquella voz que no lograba identificar con los ojos cerrados. Era un hombre bastante elegante, entrado en la cuarentena tal vez, con aspecto de hombre adinerado, que lo contemplaba todo a su alrededor con superioridad, pero con atención.

- Bien, ¿cuál es vuestro nombre entonces?
- Muse.

Todos se giraron de golpe para ver a Matt.
Él lo había dicho; lo había dicho con una naturalidad tal que parecía premeditado, como si hubieran estado debatiéndolo largo y tendido.

- ¿Tú quién eres?
- ¿Quién lo pregunta? - dijo Matt en un tono desafiante.

El desconocido sonrió.

- Me gustas. Veremos si sigo pensando lo mismo después de veros tocar. Me llamo Gregory Jones, y probablemente soy lo que os separa de esto – abarcó con su brazo derecho todo lo que le rodeaba, con un aire de desprecio que a ninguno de los tres chicos le pasó desapercibido - y la fama.

Dom y Chris intercambiaron una mirada profunda.
Fue Matt quien sonrió esta vez.

- Pues yo soy Matt Bellamy. Y esta – dijo abarcando con un brazo a Dom y a Chris – es la banda que cambiará la música para siempre. De eso estoy seguro.