miércoles, 27 de junio de 2001

Whatsername.

Título: Whatsername
Autora: Nessie Kenobi
Plot/X: Bandas, Green Day, Billie Joe Armstrong.






1.






Prefiero que mi nombre quede en el anonimato, al menos durante el transcurso de esta historia.
También prefiero que no me preguntéis en qué momento exacto Green Day pasó a formar parte de mi vida, puesto que no formó parte de mi vida, fue mi vida, al menos el hombre que dice ser Green Day, el hombre que dice que esa banda es la sangre que corre por sus venas.

Bien, iré por partes.
Creo que es conveniente que comience toda esta historia por el principio.

Llegué a un concierto de ellos por casualidad, ni siquiera los conocía, cada vez que los nombraban yo ignoraba toda la información por completo.
Solo fui para acompañar a unos amigos, para buscar diversión y matar el tiempo, ya que no tenía absolutamente nada mejor que hacer, y suponía que viniendo de mis amigos, sería una música de mi agrado.
El local estaba lleno hasta arriba, y eso que por aquel entonces no eran más que una banda de punk local, poco más, aunque comenzaban a escalar poco a poco en el mundo de la fama, de la música.
Me coloqué en la primera fila con mis amigos, una cerveza y poco más.
Recuerdo que ese día vestía unos negros pitillos demasiado rotos como para ser comprados de esa manera, una camiseta - de la que ni siquiera recuerdo el grupo, aunque recordaba que era de color negro - y unas botas militares muy gastadas, aparte de el pelo demasiado despeinado desde mi punto de vista.

A partir del momento en el que llegamos, el local comenzó a llenarse más si cabe, y entonces, fue cuando ellos subieron al escenario, sabiendo de antemano que lo tenían todo ganado con su público, pero no por ello iban a dar un mal concierto, al contrario, todos sabían que ellos darían todo lo que tuvieran por hacer un show increíble.

Al acto, sentí que un par de ojos verdes se clavaban en mi desde arriba, y dirigí mi mirada hacia el escenario por primera vez con detenimiento, quedando mis ojos prendidos del vocalista como si no hubiera otra cosa en el mundo, como dos imanes, como si el tiempo se hubiera detenido para mi, como si estubiera hundiéndome y él fuera como un salvavidas.
Nuestras miradas se cruzaros, o tal vez algo más que nuestras miradas.

Y así, empezó el concierto para mí.
Me quedé como hipnotizada escuchándolos, arrepintiéndome de no haberlos oído antes, de no haber acudido antes a un concierto de ellos, observando el color azabache de su pelo, el verde de sus ojos delineados con eyeliner, la perfección de sus rasgos...y creí enloquecer en ese mismo momento.

She...
She screams in silence
A sullen riot penetrating through her mind.


Me sentía como decía él, como tocaban ellos.
Sentía que él lo sabía cada vez que dirigía su mirada hacia mí, cada vez que me dedicaba una sonrisa, incluso me dio la sensación de que eso solo lo hacía conmigo, me hizo sentir distinta, especial, me hizo sentir que todas sus canciones estaban escritas especialmente para mí...y entonces, fue cuando sin quererlo, me enamoré de Billie Joe.

Y con él, comenzó toda esta historia.

martes, 26 de junio de 2001

Whatsername.

2.






Y así como empezó, acabó el concierto, yo convencida por completo de que esa banda me había calado más hondo que cualquiera otra que hubiera escuchado antes, convencida de que no había otro hombre en el mundo para mí que el propietario de esos ojos verdes que no me habían dejado de mirar en todo el concierto, que me habían cantado las mejores canciones de mi vida, que habían cantado LAS canciones que tranquilamente podrían hablar de mi vida, de como me sentía, de lo que quería hacer...canciones que parecían echas especialmente para mí, canciones únicas.


Me llamaron, pero yo no escuché nada, no escuché a nadie. 
Todavía tenía SU voz en mi cabeza.
Todavía lo tenía en mi cabeza.

Y justo cuando me dí la vuelta para acudir junto a mi pequeño grupo de amigos, volví a tropezar con los ojos verdes que estaban en ese exacto momento en mi mente.
Solo que ahora reales, enfrente de mi, atravesándome por completo.

Intenté pasar por su lado, intenté que pareciera que lo estaba ignorando, intenté mostrar indiferencia frente a él, pero no me dejó pasar, simplemente se atravesó delante de mí, haciendo que pareciera pura coincidencia, como si esperara que le hablara, como si esperara que me dirigera a él.
Lo miré una vez más, y pensé rápido y fríamente para intentar decirle algo que tuviera sentido, algo que se apartara de su boca, algo que se apartara de sus ojos verdes, algo que se apartara de pedirle que me gritara hasta que mis oídos sangraran, porque por patético e ilógico que sonase, era lo que tenía ganas. 
De que me gritara, de que me gritara hasta que me sangraran los oídos, que me gritara sus canciones, que me gritara cualquier cosa que me hiciera sentir viva, que era lo que me hacían sentir todas esas canciones que tocó en aquel local, que se convirtió para mi en el lugar más especial de mi vida.
Me miró una vez más, y me dí cuenta de que estaba tardando demasiado tiempo en decir algo, que llevaba demasiado tiempo parada delante de él, como esperando a algo.

- Muy buen concierto - intenté sonar impersonal, pero me salió como si me estuviera ahogando, o al menos, eso me pareció a mí.
Esbozó una sonrisa.
- Gracias - de repente, me cogió de la mano. Me puse nerviosa, pero al acto me dí cuenta de que era porque estaba a punto de tirar el vaso de plástico que llevaba en la mano, pues mi pulso no se mostraba demasiado firme que digamos.
Me reí, me sentí idiota por ambas cosas. Por reírme y por ser tan triste de ponerme tan nerviosa frente a un chico. Porque no podía decir que él fuera especial, era como yo, como cualquiera...solo que me había transmitido algo esa noche que no me había transmitido nadie más.
Pero intentaba convencerme a mi misma de que eso no era razón suficiente como para ponerme como un flan cuando lo viera llegar. Aunque mis convencimientos no eran suficientes, cualquiera se podía dar cuenta de ello, hasta él, lo sabía.
- ¿Estás bien? - me miró de una forma con la que podría desarmar a cualquiera si quisiera.
- S-sí...estoy perfectamente - cogió el vaso que tenía en las manos, puesto que mi pulso no había mejorado en absoluto, y me sostubo por un brazo.
- ¿Puedo preguntarte una cosa? - dije de golpe, inconsciente de lo que estaba diciendo.
- Por supuesto.
- ¿Como haces para escribir esas canciones? Bueno...quiero decir, si las escribes tú, o quién las escriba...¿como las hace? - en el acto me arrepentí de esa pregunta tan estúpida.
- ¿Quieres saberlo? - se rio, como si eso fuera lo más simple del mundo. Bebió de mi vaso, de la cerveza helada.
- La verdad...es que sí.
- Entonces, solo ven conmigo - se apartó de mi pero tan solo para tenderme la mano. Toda la rebeldía que había transmitido a los demás en el concierto pero que a mi me había parecido algo tan personal, se esfumaron al acto, para dar paso a otra persona, a otro chico completamente distinto, pero que no dejaba de gustarme en absoluto, seguía siendo él...solo que de otra forma.

Y yo, simplemente, tomé su mano. 

lunes, 25 de junio de 2001

Whatsername.

3.






Me llevó al backstage, solitario pero lleno de cosas hasta arriba.
Me apartó en un rincón, dónde vi una guitarra gastada, llena de pegatinas por todos lados, casi sin ningún espacio en blanco, pero que pude llegar a saber que era de color azul.

Me invitó a sentarme, y se sentó delante de mi.
Tomó la guitarra, y lo siguió un pequeño espacio de tiempo silencioso, el mirando hacia la nada y yo observándolo detenidamente.
De golpe, me miro.
Su mirada volvió a encontrarse con la mía haciendo que una nueva oleada de sentimientos me llenara por completo.

Pero no duró demasiado, separó su mirada de la mia casi al acto.
- Bueno...pues la verdad es que no tengo un sitio específico para escribir canciones, cualquier lugar tiene...no sé, tiene su esencia, cuenta su historia. Tan solo necesito saber que es lo que quiero hacer, que es lo que realmente necesito escribir, y mi guitarra. A partir de ahí todo sale de mi mente.

Lo miré durante un rato más, embelesada.
Hacía que todo pareciera demasiado sencillo, le restaba tal importancia que parecía que cualquiera sería capaz de coger una guitarra y componer esas canciones que componía él. Y lo decía con una sinceridad que te convencía, aunque yo sabía perfectamente que eso no era así, si no al contrario.
Componer es complicado, y más hacerlo como lo hacía él, al detalle todo.
- ¿Sabes? Te diré la verdad. Jamás os había oído, jamás me había interesado por oíros, realmente. He venido por casualidad, un golpe del destino. Pero creo, sin lugar a dudas, que este ha sido el mejor concierto que he visto e oído en toda mi vida, y quiero decir que no he ido a pocos conciertos.
Rió, como si nunca le hubieran dicho algo parecido.
- Me alegra saber que te ha gustado, al igual que me alegra saber que nunca antes habías escuchado Green Day.
- ¿Te alegras por ello?
- Sí...la verdad es que las cosas ya no son como el principio. Tener fans es algo realmente maravilloso, pero no sé, al principio siempre me gustaba encontrarme con gente a la que poder enseñarle lo que hacíamos y opinar, ahora simplemente todo el mundo nos conoce. A unos les gusta, otros nos odian. Pero nadie nos ignora. Eso me gusta y me desagrada al mismo tiempo, pero me alegra saberlo solo por esa simple razón.

Volvimos al silencio, solo que esta vez, cada uno estaba inverso en sus propias cavilaciones. Ni siquiera le miraba, ambos mirábamos al suelo.

- ¿Podrías tocarme algo? - seguía mirando al suelo, tampoco me atrevía a volver a mirarle a los ojos. No dijo nada, solo sentí como dejaba la guitarra eléctrica a un lado para tomar una acústica que tenía allí también.
Levanté la vista, pero no le miré a los ojos, no esta vez.

Comenzó a tocar, pero se equivocó un par de veces antes de empezar, lo que hizo que terminara levantando la vista completamente hacia él.


Another turning point, a fork stuck in the road.
Time grabs you by the wrist, directs you where to do.
So make the best of this test, and don't ask why.
It's not a question, but a lesson learned in time.

It's something unpredictable, but in the end is right.
I hope you had the time of your life.

So take the photographs, and still frames in your mind.
Hang it on a shelf of good health and good time.
Tattoos of memories and dead skin on trial.
For what it's worth, it was worth all the while.
I hope you had the time of your life.

I hope you had the time of your life.


Acabó, no dije nada.
Apartó la guitarra de nuevo y me miró interrogante.
- Es la primera vez que toco esta canción delante de alguien, todavía no está perfecta, pero creo que dentro de poco la tendré lista.
- No está perfecta...es perfecta, en serio, creo que jamás he escuchado algo parecido...¿por qué me la has enseñado?
- Realmente no lo sé, tal vez, por el hecho de haber sido hoy distinta al resto de público, por ser especial, quería enseñarte esto, y de verdad me alegro de que te gustara, era lo que necesitaba escuchar. Por cierto...¿cuál es tu nombre?

Me callé un rato, porque me acababa de dar cuenta de que ni siquiera nos habíamos presentado. Le dije mi nombre, o al menos de la forma de la que me llamaban mis amigos.

- Tu nombre es realmente increíble.
- Es simple.
- No, en absoluto.
Sonreí, entre halagada y extrañada, nunca nadie había dicho nada bueno de mi nombre. Como ya he dicho prefiero tener mi nombre en el anonimato durante esta historia, por lo tanto, no lo diré.
- ¿Tú como te llamas? O al menos...¿cuál es tu verdadero nombre?
- Me llamo Billie, Billie Joe. Tampoco esperaba que lo supieras, pero como puedes ver, tampoco es un nombre simple, pero es mi nombre real.
- Si mi nombre es increíble, ¿qué es el tuyo, Billie?

Ambos nos reímos, aunque creo que ninguno de los dos sabía bien por qué.
Al acto, nos callamos, nos acercamos. Tan cerca estábamos que pude sentir su aliento tan cerca de mi, tan...¿insinuante?

Inconscientemente apoyé mi cabeza sobre su hombro, sentí su mano rozando mi cabello. Cerré los ojos, me dejé llevar por esa simple sensación, sabiendo que estaba conociendo una parte de él a la que nadie podía llegar, o que al menos él no le mostraba a cualquiera.
Volví a sentirme igual que en el concierto. Única, especial, como si el mundo estubiera hecho a medida para mí.

Pero de lo que todavía no me había dado cuenta, es que ese era el efecto que tenía sobre mi Billie Joe Armstrong.

domingo, 24 de junio de 2001

Whatsername.

4.






Bajó su vista solo una vez, solo por un segundo.
Sus ojos se pararon sobre mis labios, un escalofrío me recorrió toda la columna.
Volví a sentir su respiración cerca de la mía, a escasos milímetros sus labios de los míos, sabiendo él de antemano que lo que más estaba deseando en ese momento era rozarlos, beber de ellos, saber que en verdad no estaba equivocada, que él era el hombre que sentía como si estuviera bajo mi piel a pesar de acabar de conocerlo hacía unas escasas horas, pero que a pesar de eso, ya me había echo especial, ya me había mostrado algo que no le había enseñado nunca...y creo que se comportaba conmigo como no lo hacía con nadie, de esa forma tan dulce, tan única.

Bajé yo la vista yo esta vez, hacia sus labios, hacia su boca perfecta, como lo era él por completo.
Quise morir allí mismo, morir en ese momento tan perfecto.
O al menos morir en algún momento como ese, aunque la magia de ese momento no lo poseía ninguno más, sabía que era el momento más especial de mi vida, que no habría ninguno más como ese, por lo tanto, quise disfrutarlo, aunque también quería que ese espacio de tiempo pasara lo antes posible, quería rozar mis labios con los suyos ya, no quería ni podía esperar.
Pero no necesité esperar más por su parte.

Sus labios rozaron los míos cuando estaba empezando a caer en mis propias cavilaciones. Me estaba hundiendo sola en un nuevo mar de pensamientos cuando él me sacó de golpe, con sus cálidos labios, como su una descarga eléctrica recorriera todas las partes de mi cuerpo.
Así me sentía yo.
Recibiendo el beso más especial, más intenso y más maravilloso que había recibido y recibiría en toda mi vida.

No recuerdo exactamente cuánto duró ese beso, aunque se me hizo demasiado corto, aunque eso me pasaba con los momentos buenos de mi vida, por lo que creía que vivía hundida en un pozo de dolor.

Aunque en esta ocasión me encontré a mi misma sin pensar en absolutamente en nada, con la mente completamente en blanco, totalmente anonadada. Jamás, que yo recordara con plenitud me había pasado eso, en especial cuando acababa de pasar por un momento más que recordable en mi vida.
Era mi naturaleza, pensar en lo pesimista del futuro inmediato.
Pero esta vez fue distinto.
Supe que con él, toda mi vida iba a cambiar.

No sabía si estaba en lo cierto, pero deseaba que estuviera en lo cierto.
Porque lo que más deseaba en ese momento, era pasar lo que quedaba de mi vida con él.
Y que cambiara, que al fin viera la luz.

Y sabía que él era mi luz en el solitario camino de mi vida.

sábado, 23 de junio de 2001

Whatsername.

5.






El amor siempre ha sido algo a lo que le he tenido verdadero miedo.
Siempre he temido a enamorarme, desde pequeña, casi desde que tengo conciencia. Sabía que todo lo que amaba tenía tendencia a desaparecer, a acabar roto, despedazado, echo añicos.
Por esta razón, siempre había sido solitaria en los temas sentimentales, y mis amigos eran contados con los dedos de una sola mano.
Por primera vez en mi vida, no tenía miedo a admitir que estaba enamorada, ni siquiera tenía miedo a enamorarme de él, porque me sentí capaz de cualquier cosa teniéndole cerca. Y sin darme cuenta, eso me asustaba mucho más que la primera opción.

Me llevó hasta mi casa, sobre las cuatro de la madrugada.
Hacía frío, me prestó su chaqueta, me inundó con su olor, su ya para mi inconfundible olor.
Me dió su número, yo le dí el mio, y me sentí extraña, una sensación que no había sentido nunca; cuando se despidió de mi, me besó de nuevo, aunque más brevemente.
Llevé el sabor de sus labios en los míos durante un largo rato, mientras abría la puerta de mi casa y mientras me tiraba en la cama de mi cuarto, dispuesta a soñar con él lo que me quedaba de noche, dispuesta a no sacarlo de mi cabeza.
En una sola noche, comenzaba a tocar lo obsesivo, lo delirante.
Me preocupaba, o más bien me asustaba, pero eso ya no me importaba, porque mi corazón estaba lleno de él y de nada más.
Atrás, muy atrás habían quedado mis "desilusiones" amorosas, muy atrás habían quedado ya mis dudas en tan poco tiempo. Ahora solo estaba segura de que quería estar con él todo el tiempo que tuviera, y el que no tuviera también.

Intenté dormir, pero no fui capaz. Las canciones del concierto volvieron a mi cabeza, como intentando no dejar de sonar nunca, como intentando volver a transmitirme todo lo que me habían transmitido esa misma noche, hacía apenas unas horas, el mismo tiempo en el que lo conocí. Tan solo hacía unas horas, pero para mí era casi como una vida entera.
Jamás lo había sentido a nadie tan cerca de mi corazón, tan debajo de mi piel.

Seguramente, quién lea esto, pensará que la idea de sentir eso me aterraba demasiado, ya que la mera idea de enamorarme me echaba a temblar.
Pero en este caso, me hizo sumamente feliz.
Porque era él, no otro cualquiera.
Porque sabía que él también me quería.
Porque sabía que no volvería a caer en el pozo en el que con tanta frecuencia me caía.

Dejaría de seguir a la sociedad, o de repudiarla, o de hacer lo que estaba haciendo antes, porque ahora lo tenía a él, y todo para mi, o al menos eso era lo que creía yo, estaba a punto de cambiar.

viernes, 22 de junio de 2001

Whatsername.

6.






La semana pasaba lenta, impasible ante mi sufrimiento.
No lo vería hasta el fin de semana, y la espera me estaba matando.
Quería volver a escucharlo cantar, quería volver a oírlo hablar.
Quería volver a ver sus ojos verdes, quería que me volvieran a hablar como el sábado pasado.

Desde esa fecha, me había apartado un poco más del mundo que me rodeaba para pasar a otro en el que solo estábamos yo y mis pensamientos.
Me había encerrado en mi mundo, me había vuelto a sentir más...volví a ser yo de nuevo. La persona en la que me estaba convirtiendo era una completa extraña, cada vez que me veía en el espejo me asustaba de lo que pudiera ver al otro lado.
Y no era por mi aspecto físico, solo que yo me veía más que lo exterior.
Podía verme por dentro, y notaba que me estaba pudriendo, que estaba a punto de caer en otro bajón, solo que este el más bajo de todos los que había tenido.
Era insoportable, horrible.

Desde el fin de semana, me notaba distinta.
Y no solo yo, también mis amigos, aunque en parte ellos lo notaban porque me había distanciado de ellos.
Ahora podía mirarme al espejo sin preocupaciones.
Volví a pintarme los ojos como antes.
Volví a ponerme la misma ropa de antes.
Y volví a teñirme el pelo como lo hacía antes.
Volví a ser una chica de verdad, no un espectro.


Grité, dí la señal de que estaba a punto de explotar.
Él me oyó, el rompió el muro que me rodeaba, él rompió el muro que me estaba asfixiando.
Y al fin pude sonreír, dejé de tener miedo a las cosas más sencillas y vitales, como era enamorarse.

Y una vez que dejé de temer al amor, dejé de temer a enamorar y enamorarme.

jueves, 21 de junio de 2001

Whatsername.

7.






Qué estupidez, enamorarse a primera vista.

Sí, eso era lo que pensaba yo.
Tampoco es que pensara demasiado en el amor, eso nunca estubo echo para mi.
Yo prefería pensar en otras cosas, hablar de otras cosas. Escribir canciones sobre otras cosas.
Jamás pensé en enamorarme, y menos, a primera vista y en un concierto de Green Day.
Era lo menos que esperaba.
Pero yo empezaba a aprender que el futuro era muy incierto.

Tal vez no sea la primera vez que alguien habla de esta historia, tal vez hasta lo haya echo ella, que sé yo, o cualquiera con un poco de lengua habría preguntado, pero tal vez necesito escribir esto para desahogarme por una vez en mi vida en algo que no sea la música. Comienzan a acabárseme las palabras en las canciones que escribo sobre ella...a pesar de que ni siquiera recuerdo su nombre, lo que más me atraía de ella. 
La recuerdo como si la tuviera delante, como si estubiera tocándola, como si estubiera respirando el mismo aire que ella.
Pero simplemente, no está.
Y así es como termina esta historia, aunque lo que me desahoga por momentos, lo que me hace sentir realmente bien, lo momentos de mi vida que me inspiran, son los momentos que pasé con ella.
Y, especialmente, el día en el que la conocí, como ya he dicho antes, en el momento y en el lugar en el que menos esperaba encontrar al amor de mi vida.


Subimos al escenario, un sábado por la noche.
Gritos, mucho ruido, mucho alcohol, mucha gente.
Ello me dio seguridad, tengo que decirlo.
Tener fans es una de las cosas más maravillosas del mundo, tener a gente dispuesta a hacer cosas que a simple vista parecen imposibles solo por acudir a un concierto de la banda a la que idolatran, es indescriptible.

Y entonces, fue cuando la vi.
Intentaba pasar desapercibida, intentaba...tal vez intentaba no estar allí, se le notaba a simple vista, o tal vez solo era mi forma de ver las cosas, pero así la sentía.

Jamás había visto una chica como ella, y menos a alguien tan desanimado en un concierto. Intenté ignorarla, verla como a cualquier persona en esa inmensa masa de gente, pero simplemente, no fui capaz. Tenía algo que me atraía, que captaba mi atención.

Y sin ni siquiera darme cuenta, me encontré mirándola cada vez que tenía oportunidad, estudiándola con detenimiento.

Y fue cuando ocurrió.
Fue cuando me enamoré.

miércoles, 20 de junio de 2001

Whatsername.

8.






En cuanto la conocí, supe que no me había equivocado, que ella era a la que había estado buscando, a la que había estado esperando.
Suena estúpido decirlo en voz alta, tampoco me deja de sonar estúpido hablar de estas cosas.
Pero era lo que sentía.
Amor, si eso existe de verdad.

No sé cuánto tiempo estube con ella después del concierto, no sé cuántas cosas le confesé que jamás le hubiera dicho a nadie.
La llevé hasta su casa, me despedí de ella sin quererlo, prometiéndole que nos volveríamos a ver.
Sin quererlo, volví a sentirme estúpido.
Ella era demasiado para cualquiera, especialmente para mi.
Pero aún así, no podía dejar de estar con ella.

Llegué a mi casa con un montón de ideas en la cabeza. Algunas buenas, otras que no me merecían la pena, pero al fin y al cabo, ideas, que no siempre se me ocurrían demasiadas.
Mi casa era - y sigue siendo - un pleno desorden. Sinceramente, no me paraba a arreglar nada en ella, básicamente porque casi nunca estaba en casa, ya bien porque tuviera demasiado que hacer o por no tener nada que hacer.

Me senté en cama, encendí un cigarrillo.
Pensé, le di vueltas a todo lo que tenía en la cabeza.
Escribí algunas frases en un trozo de papel, algunas ideas, la mayoría sin fundamento, mi mente estaba en otra parte.

Y yo sabía perfectamente dónde estaba.
O mejor dicho, con quién estaba.
Mi mente y mi corazón.

martes, 19 de junio de 2001

Whatsername.

9.






Pasó el tiempo.
Creo que fue el espacio de tiempo más feliz de mi vida.
Indefinido, pero sin duda, el más feliz.
Seguía con él a mi lado, sacándome de la oscuridad más y más, disipando mis malos pensamientos, curando las heridas de mi alma.
Podría decir que por primera vez en mi vida me sentía completa, llena hasta "el borde".

Pero no todo podía seguir igual toda la vida.
La fama llegó, y con ella, mis obsesiones.

Llegó y me lo dijo.
Se irían de gira.
Quería llevarme, pero sabía que tampoco podría desprenderme de aquí con tanta facilidad, a pesar de que yo por él podría hacer cualquier cosa, fuera o no posible.
El único problema era que había florecido un miedo en mi, y esta vez no era el miedo a enamorarme, pues él había echo que perdiera ese miedo con una facilidad impresionante; tenía miedo de perderle.
Ahora estaba dónde siempre quiso estar.
Se dedicaba a lo que quería, tenía el mundo a sus pies, era perfecto y tenía tantos fans como quería. Y cualquiera de aquellas chicas fanáticas de Green Day era más bonita que yo, al menos en mi opinión, por mucho que él dijera que no había nada ni nadie comparable a mi.
Sabía demasiado bien que las cosas no podrían seguir eternamente.
Y ese era mi principal miedo, miedo a perderle, a que de un día para otro se olvidara de mi y de todo lo que él significaba para mi, tanto que se había convertido en una parte esencial de mi vida.
Tenía miedo de romperme en pedazos y quedar peor que antes de su llegada a mi vida.
Y por mucho que él me convenciera de lo contrario, no podía dejar de tener miedo.

Al final, terminé por irme de gira con ellos, tal vez por morirme por no tenerle cerca, tal vez porque la distancia me mataría, no lo sé.
Odiaba viajar, él lo sabía tan bien como yo; no se separó ni un momento de mi, se lo agradecí.
Apoyé mi cabeza sobre su hombro, aspiré su inconfundible olor y sentí como sus dedos se enrredaban en mis cabellos, cerrando los ojos para sentirlo.

Tal vez él no fuera el hombre perfecto, pero era imperfectamente perfecto.
Y cada vez lo quería más y más, inexplicable pero realmente.

Tal vez sabía desde el principio que esto estaba destinado al fracaso, pues mi visión de la vida nunca ha sido muy nítida, pero tal vez lo único que buscaba era algo a lo que aferrarme, aunque no fuera eterno, aunque no fuera más que efímero. Necesitaba algo, alguien con lo que sentirme viva, mi razón de vivir. Él se había convertido en mi razón de vivir.
Y no me preocupé por el futuro.
Me daba igual si el precio era el sufrimiento.
Me merecía la pena.
Nada era comparable a estar con él, nada era comparable a que el me susurrara las palabras que me hacían delirar por él, nada era comparable a que me cantara en susurros sus canciones, como una canción de cuna, como si yo no fuera más que una niña, una pequeña y estúpida niña a su merced, pero que sin embargo, me hacía sentir tan bien.

Y me volví a sentir como el día en el que lo conocí.

lunes, 18 de junio de 2001

Whatsername.

10.






Odiaba los viajes, sí, pero ese fue el viaje más fantástico y maravilloso de mi vida, no me arrepentiré jamás de haber ido, de haber estado en todos sus conciertos, emocionándome en todos, sin excepción, viviéndolo como poca gente lo hacía.

Él aprovechaba su poco tiempo libre para estar conmigo, a pesar de que yo le insistía en que descansara, el se negaba a hacerlo si no era conmigo.
Creía que yo era la que dependía de él, pero a veces se comportaba como si él dependiera de mi también.
Lo quisiera o no, eso me hacía sentir como solo lo sabía hacer él: única, diferente.

El día que regresamos a casa ya no éramos dos personas, éramos una sola.
Éramos una pareja dispar, distinta, pero por dentro éramos exactamente igual, y le quería tanto que estaría dispuesta hasta a cambiar si él me lo pidiera, aunque supiera que él nunca sería capaz de pedirme eso, cosa que le agradecía bastante.
Me dejaba hacer lo que quisiera, le gustase o no, para él era más importante mi felicidad que la suya propia, aunque en mi caso fuera lo contrario.
Por esta razón, cuando me enteré de la noticia que acabaría con todo mi sueño, no le dije nada.
No quería hacerle daño.
No quería que su felicidad se viera dañada, aunque eso pasaría de todos modos.

Como ya dije desde el principio, todas las cosas que amo acaban dañadas, rotas, tal vez despedazadas.
Pero él era lo más importante que me había pasado nunca, lo mejor que me había pasado nunca, la razón de mi vida. Y no me perdonaría a mi misma que le pasase algo.

Fue una tarde de septiembre.
Una fría tarde de septiembre, demasiado fría para el gusto de cualquiera.
De repente, me mareé.
Él estaba conmigo, el mismo me llevó al hospital, a punto de estar completamente desmayada.
Sentí frío, y no por el ambiente, si no era el frío que salía de dentro de mi, que comenzaba a rodearme poco a poco, por mucho que lo sintiera cerca de mi, dándome su calor, dándome lo que realmente necesitaba para vivir.
No sabía lo que me pasaba, pero aún así, no estaba asustada, aunque sabía que él sí.

Siempre había jugado con tocar a la muerte, y justo cuando creía que estaba a punto de tocarla, no le tenía miedo.

Aunque lo que menos deseaba en estos momentos, era dejarle.