viernes, 29 de enero de 2010

Inside you the world is ending.

Título: Inside You the World is Ending.
Autora: Nessie Kenobi.
Género (?): Belldom






1. 







Aquel precipicio perdido en el medio de ningún sitio le hacía darse cuenta de la inmensidad del mundo en el que le había tocado vivir como un ser insignificante más. El océano rompía furioso contra la costa, varios metros más abajo. Él veía a las olas nacer y morir bajo sus pies, como hipnotizado, y mientras tanto, su cabeza se llenaba de todo tipo de pensamientos suicidas. Aparentemente, estos no tenían razón de ser...o tal vez sí. Lo cierto es que algo fallaba en su vida. O fallaba, o faltaba, lo cual ya era casi imposible de determinar. Desde que se levantaba hasta que se acostaba, su subconsciente tenía pleno conocimiento de que algo iba mal, él mismo lo sentía como una pesada carga en su pecho, allí dónde se suponía que estaba su corazón, o lo que quedaba en ese hueco inexplorado en lo más hondo de sus entrañas.
Se sorprendió a sí mismo avanzando un pie hacia el aviso; era tan fácil, simplemente dejarse caer y...

- Hey, ¿qué haces?

El viento le dio la bienvenida revolviéndole el pelo, hasta la naturaleza entera se alegraba de verlo.
Se preguntaba como demonios podía estar siempre tan feliz, tan despreocupado. Se preguntaba si tenía miedos, inseguridades, si alguna vez se había sentido como él, y si era así...¿dónde demonios lo escondía todo? Aquella enorme, blanca y cálida sonrisa jamás se borraba de su rostro.

- Tan solo pensaba.

En matarme, añadió para sí.
Intentó esbozar una sonrisa, pero solo le salió algo parecido a una mueca de dolor.
Se sentó en el suelo, todavía con la mirada perdida en el horizonte. El recién llegado se sentó a su lado, soltando a su vez un sonoro suspiro.

- Este sitio es una pasada. 
- Te hace sentir demasiado...insignificante. - Esa extraña sensación no le había abandonado, se sentía como si no fuera más que un grano de arena en una playa interminable. 
- No entiendo por qué siempre ves el lado malo de todas las cosas, Matt.

Curiosamente, esa frase le hizo reír, después de haber estado paladeando la muerte durante tanto tiempo, tratando de notar su sabor, imaginarlo. Fue una risa seca, triste, pero una risa al fin y al cabo.

- ¿El lado bueno de las cosas? No sabía que tenían otro lado después de todo. 
- Matt... 
- Lo siento, sé que estoy siendo insoportable, pero es que no estoy de humor para nada, Dom. Es como si ya nada tuviera sentido, como si simplemente hubiera llegado al último capítulo de mi vida. Es absurdo. - Se dejó caer hacia atrás.

Desde allí podía observar a su amigo, el cual lo había seguido con la vista, esos ojos suyos que tanto podían ser azules como podían ser verdes clavados en él. Jugueteaba con briznas de hierba que había estado arrancando del suelo. Jamás estaba quieto, era algo que Matt había aprendido pronto de Dominic Howard. Era como un pequeño torbellino rubio, aunque probablemente también el mejor amigo que Matt podía desear, a pesar de las diferencias evidentes, pues eran casi polos opuestos en todos los aspectos.

- ¿Es que nunca dejas de pensar, ni por un segundo de tu maldita vida? Porque ese es tu problema, Matt, que le das demasiadas vueltas a todo. Y aquí estamos – separó los brazos, como queriendo abarcar todo el paisaje, echando a volar alguna de las briznas de hierba -, de fin de semana lejos de cualquier sitio lleno de gente, solo para pasarlo bien. ¿Por qué al menos no aparcas tus conflictos morales durante dos días? Vamos, que se note que eres amigo mío, hagamos una fiesta digna de recordar. - Esa sonrisa tan característica suya volvió a hacer acto de presencia en su rostro -. 
- Está bien, tú ganas. Pero luego tendrás que soportar mi depresión post-fiesta. 
- Es un riesgo que estoy dispuesto a correr.
- ¿Así que es un riesgo que estás dispuesto a correr, eh? - Matt levantó una ceja en plan burlón, siguiéndole el juego a Dom. 
- Sí, y hablando de correr...el último hace la cena.

Matt apenas tuvo tiempo de reaccionar. A veces olvidaba lo mucho que le gustaban esos juegos infantiles a Dom, y lo que a él le gustaba seguirle la corriente. En momentos como ese, se olvidaba de todo, y era algo que agradecía más que nada en el mundo. Cuando estaba él solo, no dejaba de hacer otra cosa que pensar, ahogarse en sus propias ideas, en cualquier cosa que fluyera de su cerebro: Dom tenía razón, su problema era que pensaba demasiado. Y su cabeza seguía llena de pensamientos incluso mientras corría para alcanzar a Dom.


**

Chris los observaba acercarse. Esos dos, a su parecer, nunca se comportaban como el resto de la gente. Dom se tropezó y se cayó al suelo, y Matt acabó sobre él, pues no lo vio caer, pero ambos estaban riendo a carcajadas mientras intentaban inútilmente levantarse al mismo tiempo.

- Sabía que ganaría – decía Dom entre risas. 
- ¿Ganar? ¡Pero si has perdido! 
- ¿Ah, sí? ¿Quién llegó antes, entonces? 
- Ninguno de los dos ha llegado, idiota. 
- Bueno, no es nada que no se pueda solucionar. - En ese momento Dom, sin saber ninguno de los dos como, consiguió levantarse, y salió corriendo hasta llegar al lado de Chris. - ¿Ves como he ganado? 
- ¡Has hecho trampa! - Matt seguía en el suelo, casi farfullando mientras intentaba respirar con normalidad.
- ¿Es que alguna vez creceréis? - Chris no sabía si reírse de ellos o buscarse otros amigos. Dom y Matt intercambiaron un par de miradas, y al acto, ambos volvieron a reír al unísono. 
- Parece mentira que sigas preguntando eso a estas alturas, Chris. - Dom apenas podía hablar entre las risas, incluso le caían lágrimas de los ojos. - ¿Eh, dónde está el resto de la gente? - dijo de repente. 
- Se han ido, a comprar bebida y algo de comer, y esas cosas. 
- ¿Es que no saben avisar?

Esta vez fueron Chris y Matt los que se rieron de Dom. Este se metió en una de las tiendas del improvisado “campamento” que habían montado en esa parte del bosque. El viento había comenzado a levantarse hacía unos minutos; ninguno de ellos se había dado cuenta: Matt y Dom porque habían estado corriendo, y Chris porque había estado dentro de una de las tiendas.
- Eh, tíos, ¿por qué no entráis? Está empezando a hacer frío.
- Lo cierto es que, por una vez, estoy de acuerdo contigo, Dom. - Chris fue el segundo en entrar en la tienda. 

Matt todavía se quedó fuera unos segundos, contemplando nuevamente el paisaje.  De veras quería pasarlo bien, no le quería estropear el fin de semana a nadie, pero, joder, cómo le iba a costar. Ni el mismo podía hacerse una idea aproximada. Finalmente, soltó todo el aire que albergaban sus pulmones, apartó la vista del cielo, las montañas y el mar y se agazapó para entrar en la tienda.