Y rompiendo mi promesa
de no volver a verte ni en pintura,
he vuelto a ser tu presa
en el campo Amargo de Angostura,
donde
cazas a tus anchas a los hombres.
Y rompiendo mi promesa
de cuidar la cuenca de tus ojos,
hoy he vuelto a tú mesa
para quitarme los despojos
de los besos que me dabas hace siglos.
Y rompiendo mi promesa
de abrazarte en las tristezas más profundas,
quiero volver a tratarte como una princesa en el reino
donde
untaste las torundas con veneno de cinismo e insolencia.
Y rompiendo mi promesa
de no saber las órdenes que he acatado,
por fin seremos libres, de la vasta dehesa para volar
como
dos versos tachados del dictado de la
revolución.
Y con estas promesas rotas
devuélveme la vida,
sin ti no hay más que cotas
y noches perdidas,
tonturas y comisuras de labios que no besan,
de rimas que no
riman, de cerezas que son fresas
que crecieron, en la planta del
olvido.