domingo, 24 de junio de 2001

Whatsername.

4.






Bajó su vista solo una vez, solo por un segundo.
Sus ojos se pararon sobre mis labios, un escalofrío me recorrió toda la columna.
Volví a sentir su respiración cerca de la mía, a escasos milímetros sus labios de los míos, sabiendo él de antemano que lo que más estaba deseando en ese momento era rozarlos, beber de ellos, saber que en verdad no estaba equivocada, que él era el hombre que sentía como si estuviera bajo mi piel a pesar de acabar de conocerlo hacía unas escasas horas, pero que a pesar de eso, ya me había echo especial, ya me había mostrado algo que no le había enseñado nunca...y creo que se comportaba conmigo como no lo hacía con nadie, de esa forma tan dulce, tan única.

Bajé yo la vista yo esta vez, hacia sus labios, hacia su boca perfecta, como lo era él por completo.
Quise morir allí mismo, morir en ese momento tan perfecto.
O al menos morir en algún momento como ese, aunque la magia de ese momento no lo poseía ninguno más, sabía que era el momento más especial de mi vida, que no habría ninguno más como ese, por lo tanto, quise disfrutarlo, aunque también quería que ese espacio de tiempo pasara lo antes posible, quería rozar mis labios con los suyos ya, no quería ni podía esperar.
Pero no necesité esperar más por su parte.

Sus labios rozaron los míos cuando estaba empezando a caer en mis propias cavilaciones. Me estaba hundiendo sola en un nuevo mar de pensamientos cuando él me sacó de golpe, con sus cálidos labios, como su una descarga eléctrica recorriera todas las partes de mi cuerpo.
Así me sentía yo.
Recibiendo el beso más especial, más intenso y más maravilloso que había recibido y recibiría en toda mi vida.

No recuerdo exactamente cuánto duró ese beso, aunque se me hizo demasiado corto, aunque eso me pasaba con los momentos buenos de mi vida, por lo que creía que vivía hundida en un pozo de dolor.

Aunque en esta ocasión me encontré a mi misma sin pensar en absolutamente en nada, con la mente completamente en blanco, totalmente anonadada. Jamás, que yo recordara con plenitud me había pasado eso, en especial cuando acababa de pasar por un momento más que recordable en mi vida.
Era mi naturaleza, pensar en lo pesimista del futuro inmediato.
Pero esta vez fue distinto.
Supe que con él, toda mi vida iba a cambiar.

No sabía si estaba en lo cierto, pero deseaba que estuviera en lo cierto.
Porque lo que más deseaba en ese momento, era pasar lo que quedaba de mi vida con él.
Y que cambiara, que al fin viera la luz.

Y sabía que él era mi luz en el solitario camino de mi vida.

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