viernes, 22 de junio de 2001

Whatsername.

6.






La semana pasaba lenta, impasible ante mi sufrimiento.
No lo vería hasta el fin de semana, y la espera me estaba matando.
Quería volver a escucharlo cantar, quería volver a oírlo hablar.
Quería volver a ver sus ojos verdes, quería que me volvieran a hablar como el sábado pasado.

Desde esa fecha, me había apartado un poco más del mundo que me rodeaba para pasar a otro en el que solo estábamos yo y mis pensamientos.
Me había encerrado en mi mundo, me había vuelto a sentir más...volví a ser yo de nuevo. La persona en la que me estaba convirtiendo era una completa extraña, cada vez que me veía en el espejo me asustaba de lo que pudiera ver al otro lado.
Y no era por mi aspecto físico, solo que yo me veía más que lo exterior.
Podía verme por dentro, y notaba que me estaba pudriendo, que estaba a punto de caer en otro bajón, solo que este el más bajo de todos los que había tenido.
Era insoportable, horrible.

Desde el fin de semana, me notaba distinta.
Y no solo yo, también mis amigos, aunque en parte ellos lo notaban porque me había distanciado de ellos.
Ahora podía mirarme al espejo sin preocupaciones.
Volví a pintarme los ojos como antes.
Volví a ponerme la misma ropa de antes.
Y volví a teñirme el pelo como lo hacía antes.
Volví a ser una chica de verdad, no un espectro.


Grité, dí la señal de que estaba a punto de explotar.
Él me oyó, el rompió el muro que me rodeaba, él rompió el muro que me estaba asfixiando.
Y al fin pude sonreír, dejé de tener miedo a las cosas más sencillas y vitales, como era enamorarse.

Y una vez que dejé de temer al amor, dejé de temer a enamorar y enamorarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario