martes, 24 de junio de 2003

The Daughter of Nowhere.

4.






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Vale, para empezar, odio toda esa clase de historias dónde la persona que la cuenta no tiene nada que ver con ella, ni siquiera tienes la menor idea de quién está contado la historia, tan solo tienes la vaga idea de que esa voz lo sabe todo sobre los personajes mencionados en dicha historia. Siento decirlo, pero en estos casos, prefiero las historias dónde su protagonista hable de si misma y cuente sus propios hechos, no algo tan impersonal como esas mierdas. Por eso, he decidido contar yo esta historia de forma correcta.
Supongo que para empezar, me presentaré.
Me llamo Stefani, un nombre que no es demasiado común por estos parajes, pero vamos, que tampoco me desagrada, y la verdad es que es algo un poco increíble. La verdad es que reconozco que no me parezco a nadie que haya visto antes, y lo digo en cuanto mi carácter y en cuánto mi estilo a la hora de vestir, de decorar cualquiera de las estancias de mi casa o cosas por el estilo.

Una cosa que debes de saber de mi es, que odio la gente.
Eso no quiere decir que no me relacione con nadie, que la verdad es que lo hago bien poco, el caso es que soy muy selecta a la hora de elegir a la gente a la que me acerco. Mi psicóloga me dijo cierta vez – cuando todavía iba a una psicóloga, poco tiempo después de haberme quedado completamente huérfana, pues pensaban que me habría creado un trauma o algo por el estilo – que tal vez tenía un complejo de superioridad o un problema que me venía del pasado, pero lo que no es capaz de procesar en su cerebro es que no es por nada de eso, simplemente yo soy así.
Otra cosa que tampoco soporto es la sociedad en la que vivimos hoy en día, aquella en la que te ven mal por cualquier cosa que no sea igual a la del resto. No sé, seguramente no soy la única persona del globo que opina eso, pero bueno...seguimos siendo una minoría a la que jamás escucharán, aunque bueno, me alegro de ser una minoría, supongo que somos las únicas personas que usan completamente su cerebro, que saben tomar sus propias decisiones. Esto es tan solo una especie de resumen de mi forma de ver la vida, pero creo que una persona nunca podrá ver las cosas completamente igual a lo que lo hace otra, y viceversa. Creo que todas las personas somos completamente distintas en cualquier aspecto que nos planteemos. En fin, que nada de esto tiene que ver con esta historia, pero tan solo me sentí en la necesidad de dejarlo claro, pues como ya he dicho, soy muy distinta al resto de la gente que vive conmigo en esta horrible ciudad. O al menos, que ocupan un espacio cercano al mío.

Como creo que ya ha quedado claro desde un principio, acudo a un conservatorio con frecuencia, pero quiero dejar claro que esto no es lo único que hago. Trabajo como dependienta en una tienda de música. Vale, sé que es una m!erda de empleo, pero a mi me viene mejor que nada. Es difícil encontrar trabajo en una ciudad como la mía, al menos, si ni siquiera has acabado los estudios secundarios, como en mi caso; desistí después de haber caído en depresión tras haberlo dejado con el primer novio que tuve en mi vida, justo cuando estaba a punto de acabar la secundaria. Ya no es la primera vez que me dicen que es una idiotez dejar los estudios cuando solo me quedaba un maldito año para acabarlos, aparte de que yo era bastante buena a la hora de presentarme a los exámenes, pues la verdad es que en mis ratos libres no tenía mucho más que hacer. Pero simplemente, me bloqueé, no pude seguir haciendo nada más con mi vida, y cuando me sentí capaz, ni tenía las mismas ganas ni el mismo tiempo que había tenido antes, así que tomé la primera oferta de trabajo que me ofrecieron, y tuve suerte de que mi trabajo tiene algo que ver con mi verdadera pasión en este mundo, la música.

Centrándome ya realmente en lo importante de todo esto, empezaré a contar todo poco tiempo después de mi primer encuentro con Billie Joe, que, aunque para mi no tuviera la más mínima importancia, pues tan solo me limité a seguir mi camino sin ni siquiera dedicarle más de tres minutos en mi cerebro a tan singular encuentro al que yo le resté importancia, más tarde descubrí que para él había sido de bastante importancia. Que sin quererlo, había puesto su fijación en mi, sin ni siquiera poderlo explicar. Sin ni siquiera saber por qué, sabía que estaba enamorado, sí, de mi. Pero, obviamente, esto no lo sabría hasta más tarde.

Ese día me había levantado y tomado el metro como siempre, sentándome en el sitio dónde había encontrado a Billie Joe hacía tan solo dos semanas, aunque esta vez, no me encontré con nadie.
Llegué a la ciudad, pero antes de ir a la tienda en la que trabajaba, paré a comprar una revista para leer en las horas muertas. Cogí la primera que vi, sin fijarme ni siquiera en cuál era o en su portada, total, no me interesaba ninguna de la basura que había ahí escrita, no sé ni siquiera por qué la compraba, pero en fin.

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