jueves, 20 de junio de 2002

Helena.

8.






Gerard vino a buscarnos, como prometió.

Nos llevó a un local, no lo suficientemente profesional, pero que a mi me pareció más que perfecto.
Todos estaban allí ya, y noté como Sam apretaba mi mano inconscientemente por el mero echo de que Frank se encontrara allí, con su guitarra, ajustando un amplificador.

Sam y yo nos sentamos, mientras que ellos comenzaban a ensayar.
Comenzaron con una canción que se llamaba “Our Lady Of Sorrows” que me enganchó desde el primer momento. Me encontré a mi misma con la mente completamente vacía, dejando que la música me inundara, sin hacer nada más que escucharlos, sin siquiera pensar en Gerard, sin siquiera pensar en el hombre que estaba cantando todas aquellas letras que me estaban calando hondo.

Terminó “Our Lady Of Sorrows”, comenzó “Skylines And Turnstiles”.
Escuché, ávida.

Continuaron tocando, canción por canción, a cada cuál mejor, a cada cuál más profunda.
Cuando terminaron, me sorprendí a mi misma con lágrimas en los ojos, pues las dos últimas canciones me habían calado más hondo de lo que yo misma me esperaba.
Me apresuré a secarme las lágrimas, antes de que Gerard me viera, aunque no sirvió de nada, puesto que el eyeliner se me corrió, haciendo que se emborronaran todos mis ojos con el lápiz negro.

- ¿Estás bien? - me dijo él, preocupado.
- Sí, no te preocupes, es solo que me ha entrado algo en un ojo – una excusa pobre, la excusa que ponía todo el mundo, pero al fin y al cabo, no tenía nada mejor que decirle, pues no era demasiado lógico que me echara a llorar en un ensayo.
Pero al fin y al cabo, así era yo. Me emocionaba fácilmente, pero especialmente cuando se trataba de música. La música fluía por mi cuerpo como si fuera la sangre que llevaba en las venas, me hacía vivir. Y su música me había dejado impresionada, era más de lo que nunca habría podido imaginar.

Le miré una vez más, y sonreí, intentado restarle importancia.

- Estoy bien, no te preocupes, de verdad.
- Me fiaré de ti – dijo él, mientras que sonreía. - Mira.

Levanté la vista en la dirección en la que él me indicaba, para encontrarme a una tímida Sam hablando con Frank, riendo con él, hablando de cosas que en apariencia no tenían importancia, como si se conocieran de toda la vida, como ella misma me había contado esa mañana. Parecía que había algo más que amistad en la forma que tenían de mirarse. Me alegré por ellos dos, y deseé con toda mi alma que las cosas acabaran bien entre ellos dos, pues ambos se lo merecían, lo sabía bien. Casi no conocía a Frank, pero por la forma que tenía Gerard de hablar de él, se notaba que era un gran tipo, capaz de cualquier cosa por las personas que le importaban.

- Parece que al fin y al cabo no hará falta que intervengamos, Hell.
- No, en absoluto – sonreí.
En ese momento, Sam se acercó a nosotros.
- Hell, yo me voy a ir, Frank me ha invitado a tomar un café, espero que no te importe.
- En absoluto, ve, pásatelo bien. - Le dí un beso en la cara, que ella me devolvió, mientras que, sin que nadie se diera cuenta, me susurró en el oído:
- Gracias, que sepas que te quiero, tonta.
- Lo sé – respondí en voz casi inaudible.
Se fue, mientras que todos los demás se iban. Al final, solo nos quedamos él y yo.
- Es increíble la rapidez con la que son capaces de irse, y lo mucho que tardan en llegar.
- Suele pasar con frecuencia, dímelo a mí.
Sonrió.

- Hell...quiero hablar contigo.
- Adelante, este es el momento perfecto.
- Creo que tendría que haber hablado contigo de esto antes, pero jamás había encontrado el momento perfecto. Desde el primer momento en el que te vi, quise estar contigo, me pareciste diferente al resto, y supuse que serías la única persona del instituto como yo. Y ahora que estás aquí, ahora que te conozco realmente, me estoy dando cuenta de que es cierto, de que eres como yo, y de que estoy seguro de que...te quiero.

Palidecí, pero de puro asombro.

- Gerard...yo siento lo mismo – me acerqué más él, sin perder el contacto con sus ojos, sus increíbles ojos. - Te quiero, te quiero realmente, y es la primera vez que quiero a alguien de este modo. Mi vida nunca ha sido fácil, yo nunca he tenido demasiados amigos, pero de una cosa estoy segura, jamás he sentido amor por nadie. Y ahora apareces tú en mi día...y cambias todo eso. Y no sé si quererte o odiarte más por eso, pero sencillamente...me estoy bloqueando, o me estoy volviendo loca, o...o no lo sé. Solo sé que te quiero, y que nunca me he sentido capaz de confesar esto.

Me sonrió una vez más, se acercó más a mi, y unió sus labios a los míos.
Y en ese momento, me sentí libre de todo aquello que se había estado acumulando en mi pecho, de todo aquello que me había estado volviendo loca, de todos aquellos demonios que se habían estado apoderando de mi. Disfruté de ese beso como nada en mi vida, bebí de sus labios, me alimenté de esos sentimientos que habían estado luchando por salir a la superficie...y me sentí completa al fin.

Después de toda aquella penumbra y desesperación por la que había pasado, había salido a la superficie. Y todos mis sacrificios estaban dando sus frutos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario