viernes, 21 de junio de 2002

Helena.

7.






Fumamos un cigarrillo antes de entrar en clase, como era costumbre desde siempre.
Acabamos, nos dirigimos a nuestras respectivas taquillas.
Y, apoyado contra la mía, allí estaba él.

Me sonrió en cuánto me vio, le devolví la sonrisa, derritiéndome por dentro, y me acerqué hasta él.
- Buenos días – me dijo él con una sonrisa en su rostro.
- Buenos días – le respondí yo alegremente.
- ¿Hablaste con Sam ya?
- Sí.
- ¿...y bien?
- Tema solucionado, nos vemos esta tarde en la puerta de mi casa.
- Perfecto, hasta la tarde entonces. Tengo que irme, los chicos me están esperando.
- Sin problemas, Sr. Way – se río, al igual que yo, y se fue.

Fui a clase, sin más temas que destacar.

Mi nerviosismo aumentaba por minutos, deseaba con desesperación que llegara esa misma tarde. Moría en ansias de escuchar a My Chemical Romance, moría en ansias de ver el trabajo de esos cinco chicos fantásticos.

Y finalmente, terminaron las clases, casi sin darme cuenta.
Me levanté, fui a junto de Sam, que estaba igual que yo, solo que con una novedad: había estado todas las clases charlando con Frank, como si fueran íntimos amigos de toda la vida.
Me alegré por ella, y me alegré de que todo estuviera saliendo tan bien por una vez en mi vida.

Porque la verdad, mi vida nunca había sido demasiado buena.
La única compañía verdadera que había tenido siempre había sido Sam, todos los demás me habían ido dejando de lado poco a poco, por mis excentricidades, por mis gustos estrambóticos. No los culpaba, pues no era en absoluto normal, más bien todo lo opuesto, pero no podía ser de otro modo. La vida se había portado mal conmigo, y yo había sido una ávida alumna de las desgracias, mis mayores maestras.

Y ahora me sentía con las fuerzas necesarias para sonreír, para pasearme por los pasillos sintiéndome una más en el mundo, no alguien que no tuviera su pequeño espacio en el planeta.
Por una vez en mi vida, me sentía con fuerzas para mantener la fe en el futuro, en el prometedor futuro, no en ese futuro negativo en el que siempre estaba pensando, pues jamás habría imaginado que la vida me guardara un final feliz.

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