sábado, 22 de junio de 2002

Helena.

6.






A la mañana siguiente, llamé en casa de Sam, como siempre, para ir al instituto, como habíamos acordado el primer día de clase.
Ella me abrió, todavía adormilada. Se sorprendió al verme tan feliz, pues, por lo general, las mañanas no ayudaban en absoluto a mi pésimo humor.

Le conté lo de la invitación de Gerard y mi propuesta de que fuera ella también para que pudiera estar con Frank, eso sí, no le conté nada de todo lo que le había dicho de ella a Gerard, pues sabía que no le gustaría que yo le contara a Gerard que a ella le gustaba Frank, pues esas cosas solo me las contaba a mi, y solo quería que las supiera yo.

Se alegró, se notó desde el primer momento en el que acabé de hablar, aunque segundos después, comenzó a ponerse terriblemente nerviosa.
No sabía que hacer, qué ponerse, como actuar con él.

- Tranquilízate, Sam, todo saldrá genial. Mira, hoy, en clase, puedes sacarle el tema de que irás esta tarde a su ensayo, así, al menos tendréis algo de lo que hablar antes de esta tarde, ¿vale?
- ¿Crees que seré capaz? - dijo, temerosa.
- No seas tonta, eres capaz de aguantarme a mi todos los días de tu vida, ¿como no vas a ser capaz de hablarle a un chico? - conseguí que riera, que era lo que intentaba. - Ya verás como todo sale bien, tan solo, tranquilízate, y eso, a ti, se te dá de miedo. - Le sonreí, y ella me devolvió la sonrisa.
- ¿Sabes que te quiero, pedazo de estúpida?
- Lo sé, al igual que un día te mataré.
Nos reímos las dos una vez más, esta vez más alto, más fuerte, más sinceramente, y salimos hacia el instituto.

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